domingo, 8 de octubre de 2023

DAR GRACIAS

 -Col 3,15: La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados (Jaculatorias, Oraciones).  Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

La gracia es un don, nos dan algo que no teníamos y, si es valioso, es agradable, útil. Se recibe con alegría: nos hace gracia. Y al dador, le damos gracias con entusiasmo. Dios es el creador de toda gracia. Todo lo bueno es obra suya. Hay cosas malas, pero son debidas a desviaciones nuestras, porque nos apartamos de hacer el bien. 

Hay dones que recibimos y son desagradables; hay reveses, enfermedades, personas que obran intencionadamente mal o con indiferencia. ¿Y por qué obran así conmigo? Yo soy bueno, lo lógico es que lo malo le pase a los demás, a los que no son buenos. El Señor lo dice en la Escritura: al que obra el mal no le irá bien. Aunque quizás le divierta, no produce nada bueno, como puede ser destruir, arrasar, causar estragos.

El inocente hereda las consecuencias de los que obran mal. Aunque sería bueno reconocer que no siempre él mismo lo hace todo bien. ¿Por qué se produce el mal? Primera respuesta: porque hay muchas cosas pequeñas que no se hacen bien. Segunda respuesta, Tomás de Aquino: si no hubiera males, se quedarían muchos bienes sin hacer. Pensemos en la infinidad de favores, en las obras de caridad. Tercera respuesta: se hace eco S. Agustín: Dios saca de los males bienes. Y los que los sufren, también. Jesús en la Cruz será siempre nuestro ejemplo. 

¿Qué hacer con el mal que se nos viene encima?  San Josemaría Escrivá aconsejaba no exagerar, porque los problemas suelen ser del tamaño que nosotros queremos que sean. Mejor aceptar lo que hay, o lo que viene, ser realistas, partir de lo que tenemos. Hodie et nunc, tiene escrito en Camino, acepta lo que tienes delante, empieza con el hoy, ahora. Haz el trabajo que hay que hacer, sin inquirir demasiado, con espíritu de sacrificio.

De modo que, dar gracias es reconocer el don que recibimos y al que nos lo otorga. Es muy bueno reconocer las cosas que los demás hacen bien y que nos transmiten. 

Pero lo que proviene de Dios, sin duda, es todo bueno. Y si el don es mucho y continuo, el reconocimiento ha de ser intenso y frecuente. Hay que contemplar el conjunto de los bienes que tenemos: toda la creación del universo y la de nuestra persona. Los padres, toda la gente que ha intervenido en nuestra vida ayudándonos, nuestra capacidad y el uso que hacemos de ella, siempre con la gracia de Dios, sobre todo si se lo pedimos.    

Gracias por la meta alta que Dios nos ha otorgado. el Cielo, al final de la vida, y los medios que nos ha conseguido Jesucristo en la Cruz: la confesión, la comunión, la dirección espiritual con otras personas llamadas a ayudarnos. Por poder hablar con el mismo Dios, con la Virgen, los santos, los ángeles, nuestros familiares de los que nos consta su valía espiritual. Agradecimiento por la gracia santificante del bautismo, por la sacramental y las gracias actuales.

“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Sal 118,1). El sentido de agradecimiento nos dispone a recibir más gracias, nos abre aún más a la acción de Dios, permite que se siga haciendo su Obra. Así lo afirmaba san Josemaría al conocer la voluntad de Dios para él ya para muchos otros: Conmovido me arrodillé, di gracias al Señor (Apuntes íntimos, n. 306). Y no extrañarnos de las dificultades, que no faltarán: Dios mío, gracias, gracias por todo: por lo que me contraría, por lo que no entiendo, por lo que me hace sufrir (Via Crucis, VI estación, n. 4). 

-Agradecer con iniciativa y disponibilidad: Comencé a trabajar, a moverme, a hacer: a poner los fundamentos (En diálogo con el Señor, n. 26). Agradecer con obras de correspondencia, es la mejor manera de mostrar nuestro agradecimiento. 


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