viernes, 3 de febrero de 2023

Cómo ser felices

 

Leemos el texto de Mateo capítulo 5: Al terminar las bienaventuranzas, parece claro que Jesús nos quiere felices y nos aconseja cómo serlo.

Nosotros, parece que buscamos el modo de no serlo, y Él se empeña en que lo seamos. Se da una tensión curiosa. Por nuestra parte pensamos: -Nadie, mejor que yo, pueda saber lo que necesito, lo que más me gustaría. Y nos ponemos a ello: en el trabajo, en la familia, con los hijos, en la vida en común. Pero, claro, si las cosas no salen la culpa es de los demás, que no están de acuerdo conmigo, que me estorban (el infierno son los demás). Querríamos estar solos, aunque tampoco eso sería bueno porque nos separaría de seres queridos, personas que quizás nos hacen sufrir, pero a las que queremos.

He aquí la libertad humana, una libertad creativa, con la que se puede hacer el bien y el mal. La cuestión es mirar al otro, y ver qué es lo que él quiere. Si miramos lo que nosotros queremos, puede que n0 coincida con lo que el otro quiere. ¿Qué hacer?

-En las bienaventuranzas se ha dicho que el Señor ha dejado reflejada su interioridad, que son una biografía de su intimidad, de los bienes que le mueven a actuar. Hay que meditarlas con atención.                                               

Bienaventurados los pobres de espíritu, que para sí quieren poco, prefieren ser pobres mejor que ricos. …Porque de ellos es el reino de los cielos. Este reino de los cielos es el bien definitivo que hemos de alcanzar. Está allá, al final; no ahora, por el camino. Así, en un viaje: viajar es dificultoso: qué llevo, en qué cantidad; la maleta, los billetes, la aduana, las distancias, las comidas diferentes,  las medicinas… Lo que atrae es el final, y la vuelta a casa, y la satisfacción de haberlo hecho, de haber estado. ¿Y cómo se ha alcanzado ese final? Deseando muy poco para el camino, poniendo esfuerzo en la meta, en el llegar.

*Bienaventurados los que lloran. ¿No estábamos en cómo alcanzar la felicidad? Ahora se dice que hay que llorar. ¿Por qué llorar? Porque las cosas no van bien. ¿Y por qué no van a ir bien? Porque en esta vida nada es fácil, hay muchos motivos de sufrimientos. San Josemaría también quiere que seamos felices, pero ya en la tierra, te quiero feliz en la tierra, escribe. Cosa interesante, que parece que no va de acuerdo con lo dicho hace un momento. Eso está bien, ser feliz en la tierra. Y continúa su advertencia: Y no lo serás mientras tengas miedo al dolor, porque mientras caminamos en el dolor está precisamente la felicidad. (C. 217). De modo que para ser feliz en la tierra hay que aprender a llorar. Jesús lloró en varias ocasiones pensando que las personas no aceptaban lo que les decía para su bien, y eso le causaba dolor.

*Bienaventurados los mansos. Sabemos bien que es ser manso por comparación con los animales. Si los encontramos de frente preguntamos en seguida si son mansos. ¿Qué es ser manso? Que no se alteren al verme, que no me ataquen cuando me acerco. Que no muerdan, que no embistan.   También hay personas tensas por dentro, siempre a la defensiva. Piensan que cualquiera les puede hacer daño porque opinan que la gente es muy mala, van a lo suyo. Y no como yo, que voy a lo mío. Su opinión de los demás posiblemente esté sacada de su propio modo de ser. O a lo mejor no. Pero el niño hace algo que no me parece bien y le riño; la mujer tiene un comentario o desea una iniciativa, y discuto. Se piensa que en la vida no se puede ir con la bondad por delante, que hay que precaverse, ir a la defensiva, que un mal intencionado no nos coja por sorpresa, porque a mal intencionado que nadie me gane.  Pero el Señor habla de ser manso, de no ver enemigos en los demás, de mostrar confianza, de ver más lo bueno de los demás que lo malo, lo aprovechable que lo que repele. Entonces, ¿el manso es tonto, es bobo, es ingenuo? No, confía en el otro como persona inicialmente pacífica. Y si no es así, espera pacientemente en que pueda haber una conversación, un acuerdo que nos haga compatibles, e incluso socios en la vida. Difícil esperanza, pero así era Jesús: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y como de esa manera Jesús era feliz, nos lo aconseja (Mt 11,29).

Conviene leer y examinar cada una de las bienaventuranzas aconsejadas por Jesús. Las aprendió de su Padre Dios, y en lo humano de su Madre, Santa María.

 

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