sábado, 22 de agosto de 2020

REINA Y MADRE

 “Y le dijo el ángel: No temas María, porque has hallado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Este será grande: se llamará Hijo del Altísimo, el señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin” (Lc 1,31-33).

El ángel le anuncia dos cosas: que va a ser Madre y que va a ser Reina: porque va a tener un hijo que será rey, y porque la madre del rey es y será siempre la reina madre. 

El anuncio más importante es el siguiente: que se cumple el tiempo para la llegada del Mesías, y que el Mesías va a ser rey, Dueño y Señor, que hereda el trono de David, su padre, y lo va a conservar perpetuamente como rey triunfador.  Ningún reino de este mundo ha llegado nunca a perpetuarse, porque los muchos problemas terminan derrocándo al rey o a su dinastía. Pero éste no, éste continuará en la tierra y en la eternidad. Y, ¿por qué? Porque va a ser un reino espiritual, con súbditos que pertenecerán a él con libertad, y querrán voluntariamente ser gobernados. Si Él triunfa sobre las dificultades y la muerte, con él vencerán sus súbditos. 

 

(Retablo del Santuario de Torreciudad)

Pertenecer a ese reino significará para ellos también reinar: si el rey es vencedor los súbditos lo serán en el ámbito de sus vidas y en sus dominios. San Pablo lo explica así: “Pues si por el pecado de uno sólo reinó la muerte por éste, cuanto más los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia reinarán en la vida por uno sólo, Jesucristo” (Ro 5,17). ¿A qué vida se refiere? A la temporal y a la eterna. Y también: “Si hemos muerto con él, también con él viviremos; si nos mantenemos firmes, también con él reinaremos” (2 Tim 11-13). Porque somos súbditos hijos de Dios y hermanos de Jesucristo. 

La fiesta

En 1925 Pío XI instituía, al final de un año santo, la fiesta de Cristo Rey. Y daba estas razones para ello: 1. Por ser Dios e hijo de David;   2. Por derecho de conquista: nos ha redimido venciendo todo tipo de males e incluso a la muerte. Es vencedor y, por tanto, Rey.

Y en 1954, al final de un año santo mariano, Pío XII proclamaba la festividad de Santa María Reina. Y daba para ello unas razones parecidas a las anteriores:  1. Porque es Madre del rey; 2. Porque es Co-redentora, y, por tanto, ella también ha conquistado ese título.

Reina y Madre

Pero hay más. Una oración muy popular desde el siglo XIII, la Salve Regina,  se comienza invocando a la Virgen como Reina y Madre. Si la Virgen María fuese reina solamente por ser madre, habría que invertir los términos y decir madre y reina. Pero no, porque fue concebida y nació para ser reina, como sucede con un hijo o una hija heredera. Así sucedió en ella, nació para ser Reina y Madre, la oración acierta. 

Como madre nuestra, contamos con un consuelo cercano, una madre pendiente de nuestra salud y de nuestra felicidad. Su vida de madre consiste en cuidar de nosotros, como cuidó de Jesús. Y como es reina, cumple además el papel que le es propio, el de mediadora. Es una madre importante, es Reina, es reconocida como tal y ejerce. Cuando el rey tiene el poder, el papel de la madre consiste en aconsejar pero sobre todo interceder. Así vemos que lo hace Betsabé con su hijo Salomón, y así vemos que lo hace la Virgen María en la bodas de Caná. El detalle por el que intercede puede parecer de poca importancia: no es estrictamente necesario, pero sí lo es para que una contrariedad no empañe la celebración de unos novios en el día de su boda, por faltarles el vino.  Jesús le advierte a su Madre que propiamente no es de su incumbencia, pero accede a la petición como Ella ya preveía. ¿A qué viene esa advertencia del Hijo, le protesta a su Madre? Más bien quiere decirnos a nosotros que basta con una insinuación proveniente del corazón de Ella para que Él realice lo que le pide.       

Las Letanías

Con las últimas reformas, 15 veces se nombra a la Virgen Madre, y 13 Reina. Es Reina de los ángeles, es decir, del mundo espiritual. ¿Por qué? Porque es la Madre del Verbo por el que ese mundo espiritual fue creado.  Es Reina de los Patriarcas del Antiguo Testamento, de los profetas en ese tiempo anterior que prepara el nuevo en el que la Reina y el Rey aparecen. Es Reina de los Apóstoles, ya en el Nuevo Testamento. 

Los Apóstoles son los 'enviados' por Jesucristo para cumplir una misión escatológica, es decir, cara al tiempo final, final para cada uno de nosotros y al final de los tiempos. Es fundamental: Jesús nos dice que ha preparado un banquete y que nos invita, pero los hombres no queremos ir. Entonces los que están a su lado, sus fieles, son enviados (eso significa apóstol) para avisar y urgir a los hombres a que reaccionen y respondan a la invitación, algo que es vital si se es capaz de comprender el sentido que tiene la vida que estamos viviendo, que se acaba, y que seguimos entretenidos en tareas innecesarias, frente a lo único necesario  (Mt 22).

Continuamos llamándola Reina de los mártires, de los confesores, de las vírgenes, de los santos, Ella es la única concebida sin pecado y la única elevada al cielo, es Reina del Rosario, su oración preferida que siempre nos recomienda en sus apariciones personales, Reina de la familia y de la paz. 

En Apocalípsis 12,1, aparece vestida de sol, con la luna bajo sus pies y doce estrellas alrededor de su cabeza. Todos nos vestimos con elementos tomados del mundo físico, pero desde luego ni siquiera intentamos vestirnos de sol ni adornarnos con estrellas. Ella sí porque es la Reina de todo lo creado. 

La llamamos Reina y Madre de misericordia, porque entendemos que realiza esa función libremente, guiada únicamente por el amor a Dios y a cuanto Él ama.


1 comentario:

Jorge V. dijo...

Reina y Madre cuidanos siempre