domingo, 10 de marzo de 2019

Tentaciones


"Ciertamente, Dios no nos tienta. De hecho Santiago nos dice: «Cuando alguien se ve tentado, no diga que Dios lo tienta; Dios no conoce la tentación al mal y él no tienta a nadie» (1, 13).

Nos ayuda a dar un paso adelante el recuerdo de las palabras del Evangelio: «Entonces, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo» (Mt 4, 1).

San Agustín recuerda algo inherente a nuestra existencia: que la vida fluye y, parodiando a Heráclito, no puede uno bañarse dos veces en el mismo río. Es decir, los acontecimientos y las situaciones que producen hacen que nuestra vida cambie. Cambia por el paso de los años, pasa por las palabras que se dicen, por las decisiones que se toman, por los encontronazos con los que nos encontramos, por, por por, por tantas cosas.

Queremos seguridad, eso sí, queremos estabilidad. Se busca en ganar dinero para poder descansar tranquilos, se busca subiendo las tapias y poniendo perros a nuestro alrededor, o promoviendo leyes que nos defiendan. Todo eso está muy bien y es deseable para una vida sin sobresaltos, pero los sobresaltos llegan de todas maneras. ¿Los llamamos 'tentaciones'?

   "Pues nuestra vida en medio de esta peregrinación no puede estar sin tentaciones, ya que nuestro progreso se realiza precisamente a través de la tentación, y nadie se conoce a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha vencido, ni vencer si no ha combatido, ni combatir si carece de enemigo y de tentaciones". (s. Agustin, Com. al salmo 60)

"Es propio de la tentación adoptar una apariencia moral: no nos invita directamente a hacer el mal, eso sería muy burdo. Finge mostrarnos lo mejor: abandonar por fin lo ilusorio y emplear eficazmente nuestras fuerzas en mejorar el mundo. Además, se presenta con la pretensión del verdadero realismo. Lo real es lo que se constata: poder y pan. Ante ello, las cosas de Dios, lo espiritual, aparece como irreal, un mundo secundario que realmente no se necesita. (Benedicto XVI en Jesús de N. II)

Quizás es lo que algunos proponen, cuando en realidad lo único que es constante es la presencia de Dios que espera el éxito de nuestra vida. Eso sí, venciendo las trampas y las dificultades que el capricho, la mentira y la violencia que los hombres ponen en el camino de los hombres.

Jesús no tuvo solamente tres tentaciones. La presencia de doctores de la ley, escribas y fariseos es constante. Pedro le tienta al decirle que deseche el pensamiento de que lo van a crucificar. El poco juicio de los apóstoles tras su prendimiento es como para desanimar a cualquiera. Pero Jesús actúa ante su Padre, haciendo su voluntad y confiando en su juicio justo.

La vida es muy variada, pero no todo es cambiante.

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