viernes, 9 de febrero de 2018

Amar a Dios en domingo

Nos cuenta Marcos que un escriba se acerca a Jesús, en cierta ocasión, y le pregunta cuál es a su juicio el primero de todos los mandamientos. Hay que decir que en la Sagrada Escritura aparecen muchas recomendaciones sobre temas diversos. Pregunta por la primera de todos (ref 12,28)

Contesta el Maestro que "amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, toda tu alma, toda tu mente, y con todas tus fuerzas". Y al escriba le parece muy bien. Anteriormente Jesús ya había recordado otro texto del Deuteronomio, muy de acuerdo con la frase citada: "Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás".

¿Cómo amar a Dios el domingo? Como cualquier otro día, pero "la Iglesia establece que los fieles tienen obligación de participar de la santa Misa todos los domingos y fiestas de precepto, y recomienda que se participe también en los demás días" (Compendio, 289). Recomendable todos los días, obligación domingos y festivos.

El comentario de esta nota tiene por objeto llamar la atención del por qué de la obligación, que reside en el primer mandamiento y a su correlato de adorarle. Porque temo que durante demasiado tiempo henos simplificado el mensaje reduciéndolo a la obligación, al deber. De modo que todos los 'buenos' pedagogos -padres, párrocos, maestros, catequistas- ahí se quedan, en el deber. Con lo cual todo queda en voluntarismo, amenaza de pecado. No se insiste en que Dios nos ama, nos da el universo entero, los padres, nuestra vida, nuestras cualidades, lo cual es una prueba tremenda de amor. En el n. 42 el Compendio recuerda que Dios nos ama más que nadie, hasta el punto de entregar a su único Hijo 'para que el mundo se salve por él'.

El Código de Derecho Canónico (c. 1247) afirma que hay que participar en la Misa, pero también abstenerse de trabajos y actividades que impidan tanto el culto como el descanso y 'la alegría', que produce este descanso y gozar de la compañía de la familia y de los amigos.


En el canon siguiente (1248,2) se plantea qué hacer si no hay ministro para decir la Misa o se presenta un impedimento grave para asistir, es decir, no simplemente un viaje o la sustitución de la Eucaristía por cualquier otra ocupación. Y contesta que se recomienda vivamente la asistencia a una Liturgia de la Palabra, con o sin comunión, y si no la hubiese, permanecer un tiempo en oración, solo o acompañado por familiares o un grupo de personas.

¿Y en cuanto a los niños que sin culpa se quedan sin la Misa? Que recen un Padrenuestro, un Avemaría, o una Comunión espiritual. Procurando recordar a los padres, de vez en cuando, que desea que le lleven a Misa.

De modo que lo principal es recordar el primer mandamiento, motor de la vida cristiana. Y la manera de concretarlo, precisamente en domingo, aniversario perenne del día en el que resucitó el Señor, es ir a Misa, a ese "hacer esto en conmemoración mía" que ha sido seguido con tanta fidelidad por la Virgen María -seguro- por los Apóstoles y por la Iglesia fiel de todos los tiempos.

En resumen: vivamos en primer mandamiento con intensidad, y todo lo demás queda claro y reluciente.

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