viernes, 19 de febrero de 2016

¡Cuál es el fin del hombre?

          El tema fue abordado en la última clase de Moral (jueves 18 de febrero)


Lo primero de todo es examinar si todo hombre actúa por un fin, porque algunos no parece que se planteen ninguno en especial…

Tomás de Aquino se tomó muy en serio esta pregunta, la analizó y determinó: -Sí, todo hombre actúa siempre por un fin. 

No se refirió a si todas las criaturas lo hacían, pero podía habérselo planteado. Por naturaleza todas tienen un fin. ¿Y el principio de indeterminación de la materia, dónde la dejamos? Aquí mismo, en la respuesta por el fin; también este principio lo tiene. Hay fines particulares y hay fines comunes. El bien común del universo es un bien que podríamos llamar, reduplicativamente, ‘universal’. 

Pero hay multitud de fines… Verdaderamente, esa es la palabra, ‘multitud’. Pero podemos observar
que muchos de ellos están entrelazados, de modo que los fines de unas acciones sirven a fines superiores. Por ejemplo, la decisión de hacer un viaje lleva consigo el cumplimiento de miles de fines: hacer el plan de viaje, avisar a unos y otros, comprar los billetes, las maletas, hacer compras, etc. Un fin exige el cumplimiento de muchos otros. 

¿A dónde ir?
-Bien pero, esos son fines menores, parciales, podríamos decir. Aunque estudiar una carrera, casarse, montar una empresa, pueden ser fines a los que se dedica toda una vida.  Pero hay un fin último que deba ser considerado como importante. ¿Hay un fin para cada hombre, tan importante que sea el mismo para todos los hombres? ¿Hay un fin último del hombre?

Tomás de Aquino lo busca, e incluso se pregunta –indagando el último fin- si es un fin que pueda darse el hombre a sí mismo. Y viene a contestar que, si realmente es un bien conforme a su naturaleza, no puede dárselo a sí mismo, puesto que ningún hombre se ha dado a sí mismo su naturaleza. La naturaleza nos es dada desde que somos concebidos. ¿Qué fin tiene ser hombre o mujer, persona humana, en definitiva? La respuesta puede parecer sibilina, pero nos parece justa: realizar plenamente la naturaleza humana, el ser persona. 

-¿Qué fin es ese? El dado por el Autor de nuestro ser. 
Evidentemente el asunto se complica si se piensa en el azar, en la evolución, es decir, en la construcción de fines ‘sobre la marcha’, como si no hubiese un último fin, sino una construcción del universo al azar, imprevista, a como salga. Pero eso no se lo cree nadie. Una comida hecha de esa forma, no va a ninguna parte. Una carretera que no se sabe a dónde va, no se hace. Una empresa ha de ser explicada con detalle para que un banco la vea viable. Es decir, ha de haber un fin en la intención, que sirva de criterio a la realización. Por tanto, nos estamos preguntando qué fin ha marcado el Autor, que debamos tener presente los hombres libres en la composición de nuestras obras, para no tener una vida vacía, inútil. Es interesante, porque tener por delante un vida inútil hecha con mucho esfuerzo, no es apetecible realizarla. 

-¿Qué puede haber pensado nuestro Autor? Tomás de Aquino, nuevamente, se da cuenta de que no puede ser ajeno al Ser mismo, porque eso significaría que hay algo interesante fuera del Creador, lo cual es contradictorio con la noción de Máximo Creador, es decir, Dios. Por tanto ha de ser un fin íntimo, interno a Él. Y responde: su gloria. 

¿Qué es la gloria? En términos humanos diríamos que la satisfacción de un buen menú de un cocinero, o de una bella pintura, escultura o arquitectura. Es la conciencia de haber hecho un buen trabajo, en el caso de haber hecho un instalación eléctrica complicada, o un buen aparato electrónico. Es el aplauso que brota de los cientos de científicos, ingenieros y trabajadores de un cohete espacial que despega y llega a su destino con éxito. La gloria es la satisfacción de un trofeo bien ganado, que lleva el reconocimiento de cuantos lo han podido disfrutar viéndolo.

¡La gloria de Dios! Es la propia de Dios que contempla la llegada de tantas personas –santas, las llamamos- que han sabido entender y realizar la voluntad de su Creador. Se han identificado con Él, han querido lo Él quería. Les ha costado, pero han llegado a su término.

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