sábado, 22 de noviembre de 2014

Contando con la libertad


En la primera lectura de la fiesta de Cristo Rey, tomada del libro del profeta Ezequiel  (34,11-17), se habla de la acciones que realizará el Buen Pastor, todas ellas en función del bien de las ovejas. La primera de ellas es librarlas de los malos pastores. La segunda, librar a las ovejas de las compañeras que les crean problemas: no las dejan pastar o beber, las embisten. Por último, promete atenderlas una a una en aquello que necesiten, para que se desarrollen según sus capacidades.

Imagen de las catacumbas
Sabemos que el Espíritu Santo nos habla a través de parábolas, de ejemplos. Está hablando de nosotros, que podemos ser en algunos momentos de las ovejas atacadas y en otras ocasiones podemos pertenecer al grupo de las que molestan a las demás.

En I Corintios (15,25) san Pablo nos dice que es necesario que Él, Jesucristo, reine. Que ejerza su función de buen pastor. No sabemos actuar de manera justa, equilibrada, pacífica. Es preciso que Él reine.

Pero su reinado no es impuesto. Él reina sobre quienes admiten libremente su función, más aún sobre los que la desean, sobre quienes se lo piden. No pone sobre nuestros hombros fardos pesados, como hacían según un comentario evangélico los escribas y fariseos. Él no los rechaza, lleva la carga mayor y nos ayuda a llevar la nuestra.

Junto a Él, aprenderemos a vivir la justicia, el amor, la paz. Y con ellas, la alegría. Lo deseaba para todos san Josemaría: que fuésemos sembradores de paz y de alegría entre los demás hombres.  Lo seremos, dejando que Él reine.

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