domingo, 31 de agosto de 2014

Talentos y verdad

Un Rey se ve de su reino y reparte entre sus ciudadanos unos talentos, cinco, tres, uno. La parábola es rica en simbolismo, pero está expuesta con suma sencillez. Dios crea el mundo y se ausenta, dejándonos a los hombres la tarea de trabajarlo, según la capacidad de cada uno.

Algún 'listo' piensa: -Si hubiera dicho cuántos talentos tiene cada uno la tarea sería más fácil: se podría intensificar el trabajo y una vez logrado el objetivo se podría descansar.

Pero no, el número de talentos quiere decir que los hombres somos diversos en nuestra capacidad, pero que todos hemos de poner continuamente de nuestra parte. La tarea no acaba. El número de talentos lo sabe Dios, a nosotros nos toca negociar hasta que vuelva.

Es una tarea, en primer lugar, y una aventura: -A ver qué hasta donde puedo llegar yo. A ver qué aporto. Tendría que ser ilusionante.

Todo esto tiene que ver con la verdad. ¿Cuál es la verdad que me corresponde? ¿Cuánta verdad hay encerrada a mi alrededor? Nos hemos quedado sin saberlo quizás porque Pilato no aprovechó bien la ocasión que se le presentaba cuando Jesús le dijo que venía a dar testimonio de la verdad. Si el tono ce desprecio de la respuesta del gobernador hubiese sido un tono de interés, quizás tendríamos ahora ´los resultados de una conversación interesantísima.

Es un buen deseo querer saber la verdad, porque así no nos equivocamos. ¡Estar toda la vida trabajando, hablando, comentando, y no  saber siquiera qué hay de verdad en todo ello! Es un poco frustante. El dichoso Pilato hirió a Jesús y nos ha herido a todos. ¿Nos ha matado? No, tenemos otras propuestas de Jesús, por ejemplo aquella de -Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Jesús es la Verdad, toda la verdad, la verdad en persona. Gracias a Él no estamos desorientados: sabemos que Dios existe, que es el Creador, que nos quiere, que nos perdona, que quiere que nos unamos a Él en esta vida y para siempre a través precisamente de Jesús...

Si no fuera por esta Verdad, estaríamos desorientados, sin saber para qué vivir, qué está o qué está mal, para que sirve el sexo, el matrimonio, si es bueno traer hijos al mundo, cómo convivir, cómo ayudarnos sin tenernos que pelear...

¡Gran cosa saber la verdad, o algo de verdad! Si nos arrimamos a Jesucristo, que nos ha dicho que está en el interior de nuestra conciencia, o en la Eucaristía, podemos preguntarle. Y así, al menos como un susurro, oiremos sugerencias e insinuaciones valiosísimas.

Buscar la verdad, cualquier verdad, la de cualquier cosa o situación, es querer saber un poquito más de lo que sabe la Verdad. Por tanto, es conocerle a Él, y tratarle. Para duplicar los talentos, más vale movernos en el ámbito de la verdad. Si no, cualquier trabajo puede ser inútil, y si suena la flauta, podría ser solo por casualidad.

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