Se podría comparar lo que estamos diciendo de la fe a lo que podríamos decir del apetito: conviene que nos alimentemos, pero el apetito puede ser voraz o puede no aparecer. No importa, conviene tomar un mínimo de alimentos.
La fe tiene que ver con la verdad. Jesús dijo: -La verdad os hará libres. A veces tenemos una comprensión monolítica de la verdad, inamovible. Si es algo es verdad, ¿tendrá que ser verdad siempre, o no?
Efectivamente, lo verdadero tendrá que serlo siempre. Hay verdades inmutables, como que Dios existe, que
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La luz no es la cera, aunque se nutra de ella, y exista en ella. Pero la cera, por ella misma, no produce la luz |
Los científicos saben muchísimo, pero siempre andan investigando y asombrándose de los resultados a que llegan, que por cierto les abren nuevas incógnitas.
En otro orden de cosas, todos sabemos el respeto que merece la vida humana, la mujer madre, la estabilidad de la familia, la educación, el papel de las universidades, la juventud como renovación de trabajo, invención, iniciativas, etc. Pero, ¡se ha abierto tanto la mano! ¡Se ha tenido tanta consideración con la libertad! ¡Los padres han buscado con tanto afán el porvenir de sus hijos que le han dado todo, hasta hartarlos de bienes, de posibilidades, de goces, y han crecido indolentes y sin interés!
Es la verdad la que hace libres, no la libertad sin más, a pelo. La verdad no es algo sabido, sino algo por saber. Llegar a las puertas de un supermercado no es poseer todo lo que allí se encuentre, ni mucho menos. Hay que mirar, que examinar, que seleccionar, que comprobar. Y luego, la experiencia enseña mucho, y nos mostrará si la compra fue buena o si hay que usar a prisa y corriendo las cosas que compramos para que se desgasten y podamos ir adquirir otras distintas.
La fe en Dios nos abre al conocimiento y al trato con Dios, que es infinito. La fe en Dios nos ayuda a confiar en el mundo y en su transformación por el trabajo. No le tenemos miedo a innovar. La fe en Dios nos deber llevar a confiar en el hombre, en lugar de armarnos continuamente para repelerlo o para vencerlo. La fe en Dios no nos hace ingenuos y tontos, si no que confiamos en la bondad de hacer el bien, de perdonar, de recomponer una y otra vez la convivencia y la confianza en los demás.
La fe en Dios no es cosa de sensibilidad, sino de aprender a mirar y a comprender, porque la fe en Dios nos abre a la evidencia de la verdad, que se impone por si misma, sin necesidad de presiones ni de agobios. ¿Que trabajando según ella nos dicta estaremos satisfechos y nos sentiremos complacidos? Sí, la alegría, se ha dicho, es la guinda, el adorno del pastel del trabajo. Viene sola. Y es sensible. Pero es un resultado y no una búsqueda. A quien hemos de buscar es a la verdad. Que, por cierto, es un apelativo que conviene a una persona, a quien dijo: -Yo soy la Verdad.
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