Por tanto, siguiendo a Aristóteles, habría que decir que solo se puede aprender un hábito operativo junto a una persona virtuosa. De modo que se llega a ser buen carpintero junto a un gran carpintero, o a ser un buen abogado junto aun gran abogado, etc.
El hábito operativo puede ser obligado, como sucede cuando unos padres o un profesor mueve a los alumnos a estudiar o realizar una actividad. Pero si el alumno no quiere hacerla, no aprende o lo hace defectuosamente. Solo cuando quiera realizar esa actividad se fijará y aprenderá a hacerla. La ejecutará mejor o peor, vamos a suponer que lo hace muy bien. 'Buen comienzo', decimos pero solo será un virtuoso de ella cuando la repita una y otra vez con deseo de superarse.
¿Por qué es importante la virtud? Por ser un medio para un fin. Ahora bien, hay que examinar el fin, porque sólo será virtud moral si el fin hacia el que dirige al hombre es bueno. Gente habilidosa, capaz, fiable, pueden ser también ladrones, terroristas y otros de ese estilo. Es el fin el que distingue las buenas acciones morales de las acciones bien realizadas. La virtud es un hábito operativo para hacer el bien. Hasta el punto está determinada por el fin, que sin el deseo vehemente del fin, no se llega a adquirir la virtud. Y ese deseo solo puede ser máximamente anhelado si el fin merece realmente la pena.
El cuerpo solo se mueve hacia la virtud por il imperio del espíritu. Incluso cuando le apetece alimentarse, es el espíritu el que tiene que afrontar la consecución del alimento. Abrir la nevera, ir a la tienda, llevar el dinero... son actividades guiadas por el intelecto.
El espíritu también ha de alimentarse, y su alimento es la verdad y el bien, que tiene índole personal y colectiva. La vida de personas virtuosas, la historia de sucesos de ese tipo, la descripción teórica que hagan de ello, eso puede ilustrar. Pero sobre todo la búsqueda de la verdad y del bien. Conseguirlos requiere ya una primera actividad virtuosa. Y sabemos que la virtud tiene la categoría de ser camino. Como se conoce un camino para llegar a algún sitio determinado, y se recorre habitualmente, así se hace más fácil la adquisición de verdad y bien por la virtud.
Habría que añadir que sin virtudes no se puede ser cristiano, como parece obvio. Como también lo es, que sin ser virtuoso no se enseña a nadie nada, porque lo que abre campos de actuación y lo que anima a recorrer un camino, es el ejemplo de otro.
El máximo virtuoso es Jesucristo, perfecto Dios y perfecto hombre. Los santos han aprendido de Él y lo han imitado a su estilo. De ellos podemos aprender nosotros para ser también imitadores de Jesucristo
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