sábado, 8 de marzo de 2014

La 'pobreza' de Dios


El mensaje de Cuaresma del Papa Francisco hay que meditarlo profundamente. ¡Habla tanto de pobreza que desconcierta!, dirá alguno. Pobres no, dicen otros, algo de bienes hemos de poseer,. Dios nos ha dado la tierra en heredad.

Lo explica muy bien el Papa: 'Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza'. En efecto, Jesucristo 'siendo rico, se hizo pobre', dirá san Pablo. De ese modo, con su ejemplo nos enriquece. A la pobreza material 'puede' acompañar una riqueza espiritual'. Cristo la tuvo, y nosotros hemos de adquirirla. La riqueza del hombre no es adquirir poder y bienes sino, más bien, no poner en ellos el corazón y dejarlo libre para conseguir los bienes espirituales.

Explica que hay tres tipos de pobreza: la material, que es una desgracia que exista, porque hay bienes básicos para todos si los administramos. La moral, que es un desastre porque se adquiere con la mala conducta y con los vicios, como si de ello dependiera la felicidad. Y, por último, está la pobreza espiritual, incluso en personas con formación y hasta con práctica religiosa. Es una pobreza mala, porque no lleva a progresar en el amor de Dios. En ese estado se continúa con el egoísmo, con la envidia, con la indiferencia.

Hoy día se pone la felicidad donde no está, y se tiene poca idea de dónde realmente está. En otros momentos, la pobreza espiritual, los vicios, podían acallar los gritos del verdadero camino. Ahora, es que la mayoría de la gente no sabe nada ni de vicios ni de virtudes, y ni siquiera de quien es Jesucristo. En una clase de gente ya talludita, de 20 o más años, preguntaba si habían visto alguna película o reportaje sobre Jesús. No. Si habían leído algo sobre Él. No. Si alguien, sus padres u otras personas les habían transmitido alguna noticia. Tampoco. Nadie se había interesado en decirles algo. Por tanto, pobreza espiritual sin mala voluntad.

En la Cuaresma hay que leer textos que nos hablen de Dios, de Jesucristo, de su vida y de su predicación. Quizás podemos ver algún vídeo. Podemos escuchar al Papa. Podemos asistir a alguna ceremonia religiosa. Y todo ello para asentar en nosotros alguna idea, algún sentimiento, que nos faciliten hacer alguna oración y algún sacrificio, tan propios de la Cuaresma.

¿Qué sacrificio? Basta con un propósito acertado. Un buen propósito es realizar algo que debemos hacer pero que nos cuesta. ¿En la comida? Bien. ¿En el trabajo?, Mejor. En el descanso y en la comodidad, Bueno. Pero sobre todo, hemos de procurar adquirir esa riqueza espiritual tan necesaria. Es decir, se trata de no desear cosas sin importancia, cosas que nos impidan enriquecernos, sino al revés: cosas importantes que disminuyan nuestro interés por lo intrascendente.

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