viernes, 21 de marzo de 2014

Agotamiento y regeración de la filosofía

  • En el Aula de Teología, dentro del ciclo sobre la cultura actual, se desarrolló el tema anunciado en el título.
Esta regeneración es aún poco conocida. Lo va siendo, pero no ocupa un puesto en los grandes manuales ni es enseñada en la totalidad de las universidades. Sus comienzos son expansivos pero aún limitados.

Desde siempre, el problema de la filosofía ha sido la relación entre el pensar y el ser (la realidad). Una opinión muy común, incluso hasta el siglo XVII y en nuestros días, es que pensar es igual a ser, es decir, que hay una correspondencia total. Muchos científicos piensan así, e identifican realidad y conocimiento en frases como estas: 'ya conocemos plenamente el genoma humano'. Pero el conocimiento del genoma no es un genoma real. Por tanto, no se identifican pensar y ser.

En el siglo XVII destaca el empirismo inglés. En lugar de identificar pensamiento y ser, pretenden identificar lo sentido y el ser. Aunque, a decir verdad, no les importa mucho si lo sentido se identifica con lo real o no, para ellos solo se siente y punto. Así lo recoge I. Kant en su filosofía crítica: las sensaciones llegan desordenadas a la razón y es ésta la que ha de ordenarlas. Por tanto, Kant entiende que no hay correlación entre pensamiento y realidad. Habrá realidad, noúmeno, pero desconocida para nosotros. Quien fabrica la verdad es la razón que unifica su actividad en el yo.

Ese yo va a ser a partir de Kant, el tema preferido de los idealistas. Esa dinámica del Yo por la cual toda la realidad se ordena. Cree Hegel que por generalizar la capacidad del Yo, que es Dios, ya queda superado el escollo de la igualdad entre pensar y ser, a la que se vuelve.

Martin Heidegger no está satisfecho con esa identificación. El hombre la ha buscado a lo largo de la historia y ha podido ir captando aspectos del ser, pero no el ser en su totalidad. Y si no se llega al ser, la verdad es imposible, se queda en opinión, en subjetividad. A partir de él se ha desarrollado un amplio relativismo y escepticismo. Es la época posmoderna, para la que solo es real lo sensible y dentro de ello la sexualidad. Apenas nada más merece la pena. El esfuerzo por realizar bien el trabajo, la solidaridad entre las personas, la defensa de la vida y de la dignidad, ¿qué es eso?, ¿qué sentido tiene? También se puede postular lo contrario.

De ahí la tarea de regenerar la filosofía. Leonardo Polo lo hace con una capacidad intelectual y un sentido práctico desbordante: si hay realidad fuera de nuestra mente, porque toda la gente cuenta con ello todos los días; y si el conocimiento formal de la realidad, propio de las ciencias, está limitado, avanza pero no alcanza la realidad, quiere decir que hay que ampliar el sentido de lo que el hombre conoce. Propone que el hombre es luz que ilumina y entiende. Ese entender abarca saber que las manzanas que compramos y comemos son reales, y también cierto conocimiento progresivamente mejorado sobre las manzanas, los suelos, la climatología, etc.

¿Y quién soy yo que ilumino y entiendo? Mi interioridad es otra realidad distinta, no es física, palpable, pero sí real. Es nuevo campo para investigar: mi entender íntimo reconoce que su ser no es original, sino originado. Y también capta que es un ser amado, lo prueba su mismo existir en este despliegue asombroso del mundo y del universo puesto a su servicio. Que puede amar, y que puede actuar libremente, con una libertad que se abre al futuro de una manera inédita e indeterminada, bajo su responsabilidad. La grandeza del existir humano es entender al Autor de la existencia, el existir mismo potente e infinito. La verdad vuelve a abrirse para la mente del hombre. El escepticismo y el relativismo actuales no son la palabra definitiva de la filosofía.

1 comentario:

José dijo...

Me parece muy buen resumen, muy claro. Se entiende ahora mejor la sesión.