domingo, 9 de febrero de 2014

Enamoramiento y sus consecuencias

Es aceptado que enamorarse es una enajenación, es decir, un perder la cabeza. Pero es una manera concreta de perder la cabeza.

Esta frase popular se dice cuando una persona se empecina en algo, es decir se atranca, se llena de barro –pecina-, hasta no poder moverse. Pero la enajenación tiene otro motivo que el volverse empedernido, de piedra. Significa más bien perder la subjetividad y adoptar la de otro, pensar tanto en otra persona que se identifica con ella hasta el punto de querer lo que ella pueda querer, adelantarse a sus deseos o necesidades, pensar aquello que ella podría quizás pensar. Es posible que no se acierte en casi nada, salvo cuando el enamoramiento es mutuo, Entonces, todo lo venido de la otra persona admira, encanta, se acepta.
Totalmente de acuerdo, lo comentaré más adelante.
Imagen tomada de mundoconsejos.com

Avisa un vuelco del corazón. Y se dice que es irremediable. No se atiende a razones, cualquier consejo es inútil porque se ve muy claro lo que hay que hacer. Es un caso de locura, porque no se razona, y toda la persona se pone al servicio del impulso.

¿Tiene cura? Hay personas que jamás sufren un fenómeno como ese, tan fuerte, tan ciego, tan irremediable. Son personas con un cierto control de sí mismas, preparadas para recibir un descubrimiento como ese. Sucede con la carrera a seguir, sucede con el deseo de viajar, de conocer un lugar, de asistir a un acto para ver a una persona o para estar en un colectivo.

Pero enamorarse se entiende referido a la atracción entre hombre y mujer. Dios es tan bueno que pone alicientes extraordinarios ante trabajos difíciles. Es difícil sacar adelante una profesión como lo es también decidirse a formar una familia.

El enamoramiento, cuando se espera, se puede preparar un poco. Y si uno es avispado, incluso se puede analizar cuando ocurre. De ese modo, la irracionalidad de la inclinación se controla; el impulso se puede hacer más profundo y darle fundamento.

Hay personas que pierden la cabeza en un momento y cometen acciones cuyas consecuencias tienen que lamentar. Ocurre con las uniones sexuales improvisadas, uniones que llevan aparejadas la aparición de una nueva vida, por ejemplo. Son las más lamentables. Porque no se quiere el niño que el acto sexual provoca en gran parte de los casos. De hecho, el sentido del acto sexual es traer hijos al mundo. La atracción momentánea ha cumplido su efecto, pero a los actores les puede parecer que les ha jugado una mala pasada, porque querían el acto causal pero no las consecuencias casi necesarias que comporta. Pura locura.

A lo hecho, pecho, dice el refrán. Habrá que darle de comer a la criatura. Querer eliminarla no es una locura propia del enamoramiento. Se quiere borrar incluso con el asesinato, un momento de inconsciencia. Pero a la inconsciencia debe seguir una toma de conciencia. Enamorarse del bebé, tan indefenso, puede llevar a salvarlo. Es lo propio de una madre.

1 comentario:

Amador dijo...

No se sabe que es mejor ... o peor. El espontáneo puede tener malas consecuencias; el reflexivo puede ser frío, sin una pasión que es bueno también que se de. El término medio habría que buscar, pues sí. Mucha suerte