Se nos anima a veces a ser mejores, pero también a ser felices, a estar en paz. ¿Son estos deseos encontrados?
Lo segundo, ser felices, mantener la serenidad, el equilibrio, la tranquilidad está muy bien, aunque no siempre parece estar acorde con la necesidad de conseguir una paga, o un dinero que en esta vida es necesario. Requeriría un apartarse del ajetreo de la vida, llevar un trabajo sosegado, conformarse con poco, y... no tener personas a nuestro cargo, a ser posible.
El camino no es malo. Además, si todo se hace con ánimo de conocer mejor y alabar a Dios, estupendo.
Lo primero parece que tiene un apoyo mayor en la Sagrada Escritura, desde el Génesis que dice claramente que el hombre fue creado para que trabajara, hasta el sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto. El trabajo supone horas de dedicación a estudiar, examinar, organizar, realizar. Y sed perfectos requiere inventiva, aguante también, mirar los detalles, acabar lo que se hace. Uno tiene que estar inmerso en el ambiente de la sociedad, con sus problemas, sus miedos, sus aventuras, sus incógnitas, sus éxitos y sus trabajos.
Casi habría que decir que requiere sobrevivir, sin perder de vista la voluntad de Dios, y su alabanza.
Somos muy sedentarios, muy estáticos, y buscamos la previsión para evitar el desasosiego de lo imprevisto. Nos parecemos poco al hombre de hace unos millones de años, que tenía que ir tras el alimento, que rehuía del frío y que todo esto y más le llevaba a cruzar continentes y a buscar nuevos lugares donde vivir. Las grandes caminatas, los peligros de dormir casi al aire libre sin defensas, la falta de caminos, hacían la vida verdaderamente peligrosa y emocionante. No somos así, queremos confort y una economía normalizada y constante.
El Vaticano II habló de buscar la santidad en medio del mundo. Lo cual requiere entender que hay que encontrar a Dios en la vida corriente y a través del trabajo y la familia. Y el Opus Dei, desde unos años antes, promovía la santidad en medio del mundo.
No son incompatibles felicidad y mejora personal. La mejora, el ajetreo del trabajo y de los negocios, deben ser lugares de encuentro con Dios. Y Dios inspirará en la oración como ocuparse de los demás a través de los quehaceres cotidianos. Mejorar siempre y estar tranquilos, Inquietud por llegar a más y serenidad para aceptar lo bueno y lo malo que se presente. Dios conoce la aventura terrestre del hombre, sus pros y sus contras, y le parece que no es incompatible con el amor a Dios y la contemplación. Ese fue el ejemplo de Jesús, de María y de los santos.
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