domingo, 8 de septiembre de 2013

Para mejorar nuestra vida, escuchar a Dios

 "Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos", decía el Papa a los jóvenes reunidos en Brasil. "Compartir la experiencia de la fe, dar testimonio de la fe, anunciar el evangelio es el mandato que el Señor confía a toda la Iglesia, también a ti; es un mandato que no nace de la voluntad de dominio, de la voluntad de poder, sino de la fuerza del amor, del hecho que Jesús ha venido antes a nosotros y (...) se nos dio todo Él, ha dado su vida para salvarnos"

El cristiano debe valorar los bienes espirituales que ha recibido y que están destinados a todos los hombres. Pero hemos de difundirlos.

"Un cristiano tibio, un cristiano pasivo, no ha acabado de entender lo que Cristo quiere de todos nosotros. Un cristiano que vaya a lo suyo, despreocupándose de la salvación de los demás, no ama con el Corazón de Jesús. El apostolado no es misión exclusiva de la Jerarquía, ni de los sacerdotes o religiosos. A todos nos llama el Señor para ser instrumentos, con el ejemplo y la palabra, de esa corriente de gracia que salta hasta la vida eterna", escribía san Josemaría en una homilía titulada Lealtad a la Iglesia.

Entender y llevar a cabo la palabra de Dios, es el cometido más urgente que un cristiano tiene que tener en la cabeza. Oírlo una y otra vez con cierta atención pero sin darle mucha importancia, es la mayor estupidez que puede cometer. En la vida hay muchas cosas que merecen nuestra atención, pero todas ellas son particulares, más o menos inmediatas que, o bien pasan, o bien permanecen, pero entonces hemos de aprender a convivir con ellas. Su importancia sigue siendo parcial, temporal, quizás con escasa repercusión para la vida eterna. No hay que confundir lo importante con lo urgente. Lo urgente exige ser remediado cuanto antes ..., si se puede. A lo importante hay que prestarle atención de modo continuo, porque no pasa, su llamada se repite.

Las palabras de Dios nos sirven para introducirnos en la vida eterna, como le reconocen a Jesús alguno de sus interlocutores. Esas palabras son las que hay que tener presentes, las que hay que recordar, las que tenemos que hacer nuestras, las que nos tienen que organizar toda nuestra vida. No hay otras que las superen ni que estén por encima, ni que tengan una repercusión mayor.

¿Lo pensaremos? ¿Le pediremos al Espíritu Santo que lo entendamos?

2 comentarios:

Blas dijo...

Son verdades fijas que no llaman la atención porque los tiempos cambian y los problemas actualkes no están reflejados en ellas.

Blas dijo...

Son verdades fijas que no llaman la atención porque los tiempos cambian y los problemas actualkes no están reflejados en ellas.