domingo, 31 de enero de 2010

Pedro no está solo

Este ha sido el tema del que hemos tratado en el Aula del dia 28. El subtítulo, "Del Concilio de Jerusalén del año 49 al Vaticano II, 1962-5".
También en la Iglesia tiene que haber un modo de solucionar los conflictos. En los primeros tiempos del Cristianismo consistían en saber si con la venida de Cristo había que dejar las enseñanzas de Moisés acerca de los sacrificios de animales, las costumbres y las fiestas judáicas, etc. Los cristianos procedentes del fariseísmo presionaban ante la avalancha de cristianos procedentes de la gentilidad o del paganismo.
Al final, la solución es clara, Jesús y el mismo Espíritu Santo que llamó a Pedro para bautizar al centurión Cornelio no le dijeron nada sobre la tradición. Pablo recordará que somos una nueva criatura en Cristo.
También a finales del siglo XIX había dudas, dudas sobre el reparto de competencias entre el Romano Pontífice y los Obispos. Había que estudiar la doctrina y las costumbres observadas en la tradición de la Iglesia.
Quedaba por examinar toda la época moderna, la ilustración, el moviemiento modernista que pretendía convertir a la Iglesia en una sociedad humanitaria. El Vaticano II fue una respuesta formidable de toda la Iglesia, de diversos Papas -Juan XXIII, Pabl VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II- con todos los obispos del mundo. Quedó muy definida la doctrina sobre los fieles laicos, sobre la vida cristiana ordinaria en la familia, en el trabajo; sobre el afán apostólico que todos hemos de tener a ejemplo de Jesucristo.

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