Ha sido rápida la elección del nuevo Papa. Es lógico que los primeros momentos de su nueva vida sean calmados a fin de recibir, como primera medida, toda la ayuda del Espíritu Santo que él demande y que nosotros le consigamos. Dios quiere nuestras peticiones dirigidas a un mismo fin, a una misma persona. De ese modo nuestra petición de fortaleza y de unidad recae sobre él y sobre nosotros mismos, disponiéndonos a ser buenos hijos.
Nuestra atención se vuelve hacia América, y en especial hacia América Latina. Ojalá sea esta una hora particularmente centrada en su vida espiritual, en su formación y en su desarrollo apostólico. Ha sido una tierra asombrosa desde la primera evangelización. En ella crecieron santos y medios formidables de enseñanza, como son las universidades. Todos los instrumentos de entonces y de ahora, deben contribuir a la nueva evangelización, sin que nadie reste fuerzas, sino contribuyendo todos en una unidad efectiva y floreciente.
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