Se entiende por "pasión" aquellos acontecimientos que sufre una persona en su intimidad, sin haber puesto nada de su parte para que le sobrevenga.
Quizás no se pone nada para que los acontecimientos se desencadenen, pero se ve la reacción contraria, incluso extrema, que algunas de nuestras actuaciones están provocando. Esto fue lo que le sucedió a Jesús. Su predicación, su conducta, los milagros que hacía, van tensando el ambiente de los dirigentes judíos que se sienten afectados, y se contrarían, porque ven en peligro sus planes y su protagonismo en la vida pública.
Jesús, no vuelve la cara, no huye. Frente a lo que se le viene encima, Jesús ora, va al huerto de los olivos y reza. Pide que le acompañen, y aconseja a sus discípulos que oren tambien ellos para no caer en la tentación. Pero no oran, y caen en el desconcierto, y le dejan solo, les domina el miedo y salen corriendo. Jesús no, está firme. Jesús ha llevado a su oración la situación que se va creando y ha visto la conducta que debe seguir.
-"Padre", dice, sabedor de que el Padre siempre le oye, a Él y a nosotros. "Si es posible aparta de mí este cáliz", estas amarguras. "Pero no se haga lo que yo quiero sino lo que quieras Tú".
Pregunté a niños de 4º de Primaria: -¿Qué podría querer el Padre, que Jesús sufriera? Movieron la cabeza negando. Insistí: -¿Quería que le pegasen, que lo clavaran en la Cruz? Nuevos gestos de negación, sin ponerse previamente de acuerdo. Deben pensar: ¿cómo va a querer un padre bueno que a su hijo le pasen cosas malas?
¿Cuál es entonces la voluntad del Padre?, podemos preguntarnos. Y la respuesta: que el Hijo fuese fiel y afrontase la situación hasta el final. También obra así un padre, les expliqué, que acompaña a su hijo hasta el examen, pero luego se retira, porque quien tiene que afrontar la prueba es el hijo, no él.
Y así Jesús nos ha dado ejemplo de persona fiel a la verdad, que solo procura el bien de todos, firme, fuerte, capaz de sufrir cuando la situación lo requiere...
¿Cuál es nuestra situación personal? ¿Somos firmes o flojos e inconstantes?, ¿ponemos al Señor en primer lugar cada día, por ejemplo, buascándole en la Eucaristía? ¿Somos honrados siempre? ¿Sabemos distribuir el tiempo para que Dios, la familia, el trabajo, los amigos, puedan encontrarnos, contar con nosotros? ¿Somos para los demás, o para nosotros mismos? ¿Qué buscamos, qué esperamos de la vida?
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