¿Quién dice la gente que soy yo?
No es que Jesús estuviese pendiente del "qué dirán". Tampoco es que "la imagen" que yo dé de mí es lo que más importa. La frase: Quién es para mí Fulano o Mengano, tiene un supuesto que hay que dilucidar enseguida: ¿Y quién eres tú, para que a mí me tenga que importar lo que tú opines?
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, ese es para Pedro el carpintero de Nazaret convertido en Rabbí. Es un "para mí" -apreciación subjetiva-, muy acertado, muy real porque expresa quién es la persona a la que se alude. Y, una vez metidos en ese plano de subjetivismo-realista, Jesús paga a Pedro su sinceridad con su personalísima opinión acerca de quién es y quien debe ser Simón, quién es y qué espera Jesús de él. Debe ser Pedro, piedra, fundamento de la Iglesia. Debe reunir y liderar a todas las personas que crean en Jesucristo.
¿Quién es el Hijo de Dios hecho hombre, para mí? ¿Y quién soy yo para Él? Eso, ¿qué espera Él de mi? Pregunta maravillosa para encauzar no una vez, sino siempre, la vida de quien tenga la valentía de pronunciarla y de llevarla a la práctica.
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