Juan nos cuenta la intercesión de María en la boda de Caná para que Jesús consiguiese que de nuevo hubiese vino en la celebración.
¿Cómo es posible una celebración sin vino? Si se reúne gente de diversos lugares, con distinta cultura, distintos intereses, es fácil que, tras los primeros saludos y cumplidos, comiencen los comentarios, las alusiones, las ironías, las críticas, las discusiones. ¿Cómo es posible que una celebración continúe en paz si falta vino? El vino hace desaparecer los dolores, las penas, y ayuda a tener en la cabeza un solo tema, que además se enfoca con sentido del humor. Un poco de vino tiene que haber en una reunión.
La Virgen se da cuenta y lo pide a su Hijo. Jesús se resiste pero está de acuerdo. Aparte de que el agua cambia su sustancia y se sugiere el poder divino de Jesús sobre los elementos de la tierra.
Cuando el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles, la impresión que dieron es que estaban bebidos. El Espíritu Santo tiene un efecto sobrenatural, que obra sobre la naturaleza de los hombres de una manera parecida a la del vino: quita el miedo, los hace optimistas, se centran en un solo tema, se vuelven audaces.
María, llena del Espíritu Santo, acude a Jesús, para que nos dé vino y, en su momento, también al Espíritu de Dios. Gracias, María, por tu "pillería", por tu sabiduría humana, recibida en tu trato con el Espíritu.
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