lunes, 23 de noviembre de 2020

Esperando al Niño Dios. ¿Es razonable?

La afirmación: nace el Niño Dios contiene dos premisas: 1ª que Dios existe; 2ª que 'nace' como niño. ¿Son ambas aceptables?

La primera, que Dios existe, parece una afirmación patente: si el universo existe y, más en concreto, si el mundo existe -es más próximo a nosotros-, y presentan cierta organización de estructura y dinamismo, tiene que haber una inteligencia que los rige. Una inteligencia es algo más que una materia física o química u orgánica. 

Algunos dicen: dilucidar ese tema corresponde a la ciencia. Pero si la ciencia, por definición, estudia la materia y solo la materia sensible directamente o mediante instrumentos, la ciencia no tiene que decir nada de la existencia del espíritu. Salvo que para ser científico se ha de emplear la inteligencia, que pertenece al ámbito espiritual. 

Otros: que la ciencia evoluciona y ella misma va determinando las especies de lo existente cuando llega a un cierto éxito de subsistencia. Pero se puede preguntar: ¿y quién le ha ordenado que evolucione y que llegue a tener conciencia de un éxito de combinación de elementos que determinen una especie: desde elementos simples o más complejos como diversos tipos de rocas, de vida, hasta llegar al
hombre? Parece obra de una inteligencia y de una decisión de la voluntad. Pero ambos pertenecen al espíritu, más que a la materia. ¿Y la libertad, quien determina que exista en la especie humana?

En principio, la afirmación 'Dios existe', un ser inteligente y poderoso está al comienzo del universo, parece patente. La solución de Baruc Spinoza de que materia y espíritu es lo mismo, encierra una contradicción: la materia es gobernada por la necesidad, mientras que en el hombre, ser especialmente espiritual aunque tenga cuerpo, rige la libertad. 

En segundo lugar, 'que Dios nazca como niño, humano,' también ha de ser aceptada. ¿Es ello posible? Si se acepta que Dios es poderoso, no parece que haya dificultad. Si nos damos cuenta que es muy conveniente dado que el hombre se introduce en un embrollo notable a causa de su libertad, es de agradecer. 

Ahora bien, tendría que venir de manera que el hombre le vea y le entienda. Eso no tiene inconveniente desde el momento en que Dios se hace hombre. ¿Y en cuanto a que nazca como un niño, como un bebé? Abunda en esa conveniencia: también el hombre nace niño y ha de crecer material y espiritual auxiliado por su madre, primero, por sus padres y por su entorno social. El universo evoluciona y las especies vivas crecen, siempre ayudadas por su entorno favorable. Parece lógico que ocurra lo mismo con el hombre: recibe ayuda material e intelectual. El crecimiento físico llega un momento que disminuye e incluso cesa. Pero no tiene que ocurrir lo mismo con el crecimiento intelectual, la dependencia de sus órganos no es total, incluso aun cuando esos órganos mueran. Si el espíritu es distinto a la materia, no muere. Dios promete otra vida y un crecimiento para siempre.

Más aún, el aprendizaje que nos ofrece Dios-hombre es admirable: desde la cruz nos dice que no importa el destino material al que lleguemos, porque el espíritu perdura. E incluso promete una vida nueva. Imposible no es. Que es algo grandioso e inimaginable, está fuera de dudas. Pero es la única manera de que la Verdad se haga patente, y que el conocimiento y el triunfo de la Justicia, tan deseable para tranquilidad de todos, sea posible. 

Eso sí, todo esto es razonable pero cada persona humana ha de añadir: sí, creo. Y, a continuación, lo coherente es aplicarse a vivir en consecuencia. 

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