viernes, 6 de abril de 2018

El domingo, como punto de partida y de destino

1. EL DOMINGO

-El hombre es creado para trabajar y descansar. De hecho, el domingo es el día dedicado a la familia –mujer, marido, e hijos-, y sobre todo a Dios. El domingo es el día de Dios, desde el que se contempla el trabajo, los amigos, la formación personal y la participación social de la familia.
-Cuando se contempla la vida desde esta perspectiva, se entiende que hay que adaptarla a la llamada de Dios, una llamada al ser, a la verdad y al bien. Teniendo en cuenta que Ser, Verdad y Bien se encuentran en Dios. La llamada lleva consigo la respuesta. La llamada a la vida lleva consigo una respuesta con una vida plena.
-Esta plenitud se adquiere y se goza en el domingo, el día del Señor. Cuando esta es una realidad conocida y amada, el resto de la semana está impregnada su fuerza persuasiva. Esa fuerza que concreta el quehacer dominical. Se pueden hacer muchas cosas en domingo, pero el encuentro ponderado con Dios es una celebración, que abarca el encuentro con la familia, con los amigos.
-No se trata por tanto de que ‘hay que’, o de que ‘se debe ir’ o se debe hacer’. Simplemente se va o se hace lo que sale del deseo de celebrar este día del Señor. De ello participa toda la familia.

2. LA MISA
-Es el momento cumbre de la semana, el encuentro personal con ese Dios al que se trata con confianza de hijo.
-Si se prepara con antelación, adquieren más sentido los textos y los gestos. ¿Y los hijos pequeños? Pueden quedar jugando, pero a los mayores –en torno a primera confesión o comunión- se les pide que adoren a Jesús cuando venga en la Consagración, y que escolten a papá y a mamá cuando vayan a comulgar. Que les acompañen a darle gracias a Jesús por haberle recibido, y a pedir por una lista bien jerarquizada: Papa, Iglesia; familia -abuelos, tíos y primos-; amigos y amigas, sus padres y hermanos; enfermos, personas mayores, bebés.

3. CÓMO ENSEÑAR
-Como los niños aprenden lo que viven, no lo que se les dice -propio de un adulto-, se les transmite la vida interior de los padre, su interés por el trabajo, por la cultura; el cuidado del hogar en su aspecto material y sobre todo humano y espiritual.

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-En concreto, si al padre y a la madre les interesa de verdad el contenido de lo que los hijos van aprendiendo, lo niños darán su valor a sus estudios y a sus tareas, también deportivas. Les preguntan qué han aprendido hoy en las clases y en los estudios, qué importancia creen que tiene, cómo se puede emplear lo aprendido para ayudar a los demás.
-Y se completa con las tertulias, en las que cada uno cuenta lo que ha hecho durante el día, las dificultades y las superaciones que se han conseguido con empeño. De ese modo se conocen y se aprecia lo que cada uno hace por  agradar a Dios y por los demás.

1 comentario:

Joaquín dijo...

Realmente, el domingo es el complemento perfecto -si no es el motor mismo-, del trabajo lleno de sentido de toda la semana. Estoy de acuerdo con todo.