viernes, 30 de diciembre de 2016

Familia modelo

El modelo de familia lo tenemos bien reflejado en la Sagrada Familia: José, María y Jesús. Con la brevedad propia de los relatos evangélicos, san Mateo nos cuenta que se marchan los Reyes Magos, un Ángel le dice a José que con premura tome a su mujer y a su hijo y marche a Egipto. También con Jacob el pueblo judío tuvo que marchar a Egipto para salvarse del hambre.

Tiempo después el mismo Ángel le avisa que pueden volver. Y se cita a Oseas 11,1: de Egipto llamé a mi Hijo.

El contexto de esta cita de Oseas merece ser conocido. Dios trata al conjunto de Israel como a un hijo querido, mimado. Pero cuanto más cariño le mostraba, más se apartaba de Él. Es un resumen lastimoso de la conducta de los hombres de todos los tiempos, desde Adán y Eva. Pero, estas vez, su Hijo volverá bajo la prudente tutela de san José que, viendo que aún es peligroso ir a Judea, marchan a Nazaret. De ese modo se cumple la profecía de que Jesús sería llamado el nazareno.

En el libro de los Proverbios (9,1-2) se lee que la Sabiduría ha edificado una casa de siete columnas, y ha organizado una matanza para comer. De modo que el hogar consta de una construcción y un hogar donde se prepara la comida. La familia se constituye bajo un techo y alrededor de una mesa.

Sabemos que los rabinos al ser deportados desordenadamente a Babilonia, al no tener Templo organizaron la vida religiosa en torno a la mesa familiar. Recordando la Pascua que vivieron al salir de Egipto con Moisés, la comida en familia es un acto religioso en el que se reconoce la presencia de Dios en los alimentos y en el buen ambiente de los que se reúnen, de diversas edades. Prohíben apartarse de la familia más de dos mil codos (960 m.) y establecen que el sábado sea un día de reunión familiar, que no se salga al trabajo y tampoco se ande demasiado. La familia reúne y mantiene un clima en el que se aprende a vivir para los demás.

Este ambiente es propicio para el equilibrio de trabajo, descanso, preocupaciones y serenidad y alegría. Hoy día, la televisión, las tabletas, los teléfonos, introducen a cada uno en un mundo que es ajeno al familiar. Se puede estar reunido en la casa y sin embargo distantes. ¿Es mejor este ambiente que el tradicional? ¿Son acaso incompatibles? Con moderación y sentido común, no deben serlo. La vida de la Sagrada Familia sigue siendo nuestro modelo de reunión afectiva y serena, donde Dios y los demás tienen su puesto.

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