Aprendemos muchas verdades tomadas de los catecismos, libros reducidos donde se condensa la doctrina. Es una práctica extendida, tener resúmenes fiables sobre las verdades más difíciles de comprender y de retener.
Pero el primer conocimiento que tuvo el pueblo judío acerca de Dios, no provino de un catecismo, sino de la experiencia. Una experiencia distinta a la de otros pueblos que buscaban a Dios como manera de protegerse ante las dificultades de la vida. Buscaban ser protegidos de las tormentas, las nevadas. O necesitaban buenas cosechas, buena caza o pesca, y pedían quizás protección para tener buena suerte. Pero no es esta la búsqueda de Dios del pueblo judío. No sólo el conocimiento de Dios sino la misma existencia del pueblo judío se debe a la iniciativa divina. El Dios que creó el mundo y el hombre, busca a algunos hombres para indicarles algo que deben hacer. Dios piensa algo y quiere que algún hombre, o algunos hombres, lo lleven a la práctica. Lo cual nos muestra que Dios es libre -ahora aparezco y comunico algo, ahora no-, y también queda claro que el hombre considera al hombre como un ser libre al que puede pedir o al que ha de convencer para que haga algo. Si no, no lo hace.
Por tanto, recopilemos lo dicho, Dios no muestra un tratado, aunque sea resumido, con deberes. Más bien le comunica cosas. Y el hombre entiende que se las comunica un ser superior, quizás por su autoridad y su determinación. Moisés si pregunta quién eres por una sencilla razón, porque Dios le dice 'Diles de mi parte'... Y Moisés pregunta, -¿Pero tú quién eres, quién les digo que eres?
Las palabras de Dios son claras y muestran un camino a recorrer en el futuro inmediato. Porque sus palabras se refieren a acontecimientos presentes y a qué hacer en los momentos siguientes. Podríamos decir que la revelación de Dios se realiza en el tiempo actual y cara a acontecimientos inmediatos.
Por tanto, parece que Dios comprende todo desde una altura superior a la del hombre. Comprende el presente y entiende cuál debería ser el comportamiento del hombre, y se lo indica, 'haz esto'. Sabe más que el hombre, que Abraham o que Moisés. A Moisés le tiene que insistir porque el faraón no cede, no deja marchar a los judíos y Moisés se viene abajo. 'No, no, insiste de esta manera o de esta otra', le viene a decir Dios, 'porque cederá'.
Quiere cosas, todas en beneficio de las personas que ha elegido para una tarea de gran alcance. Y les ayuda a abrirse paso a pesar de la oposición de la gente. Es justo y misericordioso con aquellos a quien habla y que le escuchan.
Novedades acerca de quien es Dios nos las comunicó Jesús al afirmar que Dios era su Padre. Y lo dice de una forma muy clara, tan clara que enseguida levanta sospechas: -Éste lo dice con un tonillo muy particular, parece como si fuera el único hijo de Dios que existe. Enseguida añade que todos somos
hijos de Dios, pero queda claro que Él lo es de manera distinta al resto. De eso se dan cuenta sus discípulos, que respetan su evidente autoridad manifestada con obras. Y los que se sitúan como enemigos porque sospechan de Él, no lo tienen claro: los depositarios de la verdad son ellos, ¿de dónde sale éste?. Dios es su Padre, repite y nosotros podemos decir 'Padre nuestro'. 'Es mi Padre y vuestro Padre; mi Dios y vuestro Dios'.
Más tarde, en la última cena ante la desolación que provoca su despedida, que todos entienden que es la muerte, les dice que les deja un acompañante, un Consolador, un Abogado o Defensor: su Espíritu, el espíritu que a Él le ha acompañado durante todo el tiempo. Nos lo da, facilita que lo tengamos como huesped en nuestro interior, lo vamos a tener cada uno de nosotros. Nos va a impulsar a imitar a Jesús y hacer también nosotros la voluntad del Padre.
La tradición ha comprendido y resumido estas enseñanzas y las ha comunicado en fórmulas breves, para nuestra comprensión. Pero esa enseñanza no debe ocultar la gran verdad que estoy queriendo exponer: que Dios se muestra en el camino de nuestra vida, como acompañante interesado en nuestro bien y en el de los demás. Que el Espíritu que nos da nos impulsará a aclarar nuestras decisiones si se lo pedimos y le hacemos caso. El Espíritu le acompañó al hacer la voluntad del Padre, la que interesa para el bien de todos. Y ese Espíritu es ahora el nuestro, está en nosotros. Por tanto el trato con Dios -Padre, Hijo y Espíritu Santo-, ha de ser cotidiano, mientras vamos por el camino. Dios ha levantado un poco el telón que cae sobre el futuro, y con esa esperanza quiere que vayamos adelante con buen ánimo.
2 comentarios:
Insisto. A Dios se le conoce mejor en la oración realizada cada día, en la que le preguntamos por la orientación a tomar y cómo atender mejor a las personas cercanas, que con resúmenes teológicos. Ambos se complementan, pero un niño entiende mejor quién es Dios y su presencia en nosotros, si lo aprende de la vida cotidiana de sus padres y de sus profesores. Después deberá leer, estudiar, meditar tratados. Pero aprenderlo y vivirlo, desde la práctica. Partir de lo estudiado es posible, pero difícil. Mejor, por la experiencia vivida con otros y practicada por uno mismo.
La verdad práctica es el modo como se lleva a cabo, con coherencia, la verdad teórica. Ambas están relacionadas, pero difieren en las circunstancias reales que facilitan o dificultan vivir tal cual la verdad teórica. Y al Papa Francisco le interesa mucho el acompañamiento a las personas en sus situaciones particulares.
Esto no es ni difícil ni misterioso: es un arte que requiere fe, doctrina, psicologia y amor a esas personas. Apasionante. Todos los padres y todos los profesores o gobernantes de verdad, se dedican a ello.
Publicar un comentario