Este hecho, que es claro en la Biblia, está igualmente claro en cualquier libro de historia antigua, moderna o contemporánea. No quiero comparar la Biblia con un libro de historia. Al menos hay una diferencia diáfana entre una y otros: la Biblia se ocupa de la historia de la salvación. El libro de historia narra la sucesión de hechos que al autor le parecen más destacables para explicar cómo hemos llegado al momento actual.
Pero no me quería referir a esto. Solamente quería destacar algo bien patente: sin uniones fecundas entre hombres y mujeres hubiera sido imposible escribir la Biblia o cualquier otro libro de historia. Hay un hecho evidente, la historia ocurre porque hay hombres y mujeres que se casan y tienen hijos.
Este es el primer dato que destaca la Exhortación Familiaris Laetitia, publicada el diecinueve de marzo pasado. Un dato tremendamente positivo (positum, como un poste, como un hito de piedra), e irrefutable. Lo cual quiere decir que son los padres y madres los que hacen andar la historia. Sin ellos, no habría nada que contar. Y a ellos hemos de estar sumamente agradecidos, por lo menos, todos los que en este momento vivimos.
Pero es verdad -lo reconoce el Papa-, que no todas las familias son modélicas ni tampoco lo son todos los hijos que de ellas nacen. Por eso, igualmente meritoria y positiva es la labor de quienes –padres y madres incluidos, pero también otras muchas personas-, se esfuerzan por encauzar por el buen camino la vida y la convivencia de los que existen. Entendiendo por buen camino que las personas no se destruyan entre sí, no se roben, no se mientan, no atenten contra la dignidad de los demás. Y, por el contrario, velen por la salud, el empleo, la comprensión, la convivencia y el esfuerzo común por sacar adelante la comunidad humana.
Hemos de dejar atrás deseos egoístas, avaros, perezosos. Y también la búsqueda activa por conseguir más liberta para, por ejemplo, conseguir goces mayores, más diversiones, más irresponsabilidad, tirar la salud y la vida por la borda con más droga y que corra el vino. Desde pequeñitos, otro móvil, otra playstation, más tiempo para jugar, protestas porque no me gusta estudiar...

El mensaje es bien sencillo: existen dos caminos, con un mismo punto de salida y puntos de llegada muy distantes. Siguiendo uno u otro se hace historia, una será una historia productiva, otra, una sucesión de enfrentamientos, de traspiés y de tiempo perdido.
1 comentario:
La doctrina debe conocerse. De todas formas, a la hora de llevarla a cabo hay que hacerlo siguiendo la conciencia. Me parece que podría ser un buen resumen de lo que el Papa va diciendo. Nos puede parecer arriesgado, pero es así.
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