Es una película que intenta ir de afuera a dentro, del comportamiento exterior a sus motivaciones. Muy bien, salvo tres observaciones que hacerle: primera, respecto al tema que se defiende, lo importante es que la persona esté tranquila y lo pase bien, no cuenta la inteligencia. Puede decirse que la edad de la protagonista solo llega a los doce años, aproximadamente, pero ya es suficiente edad para pensar.
Segundo, la iniciativa de la actividad de la niña viene dada por los dictados de su cerebro, por tanto, las causas de su comportamiento son materiales, materialismo. Tercera, es cierto que se presentan las células cerebrales como personajes humanos, pero entonces aparece la siguiente paradoja: si ellos dictan la conducta, ¿son ellos libres, o a su vez están condicionados por otros, por elementos bioquímicos o físicos, por ejemplo, por moléculas o átomos? Y, entonces, ¿son ellos libres o a su vez alguien los maneja, y si es así, quién lo hace?
Por tanto, el tema central de la película es la libertad. La de la niña queda desplazada a los ‘personajillos’ de su cerebro, pero ¿son ellos libres? ¿Dónde está la libertad? ¿La niña carece de ella?
El galimatías quedaría despejado, y la película sería una buena película educativa, si la libertad residiera en la niña y ella fuera la que mandase en sus acciones, ordenando a sus zonas cerebrales, o a sus células, cómo comportarse. Es cierto que no siempre la persona es consciente y tiene un control perfecto sobre su interior, pero lo importante es que lo puede tener. Lo educativo de la película consistiría, precisamente, en hacer ver cómo la niña toma la iniciativa sobre ella misma y empieza a dominar los resortes de su cerebro.
No es necesario considerar al padre o a la madre porque, aunque no se plantea en la película, se entiende que ellos también son gobernados por sus células cerebrales. Con lo cual el problema de quién lleva la batuta de la libertad, y quien propone las acciones correctas simplemente se generalizaría. ¿Estamos en un mundo predeterminado, y por quién, o en un mundo libre?
Tal y como está rodada la película, ni siquiera sirve como ejemplo para mostrar a los niños de modo divertido qué pasa en su interior, cuando están alegres o tristes, enfadados o felices. Para hacerlo bien, habría que insistir a los niños, al margen y por encima de la película, que la niña es libre y que puede hacer lo que quiere, pero eso sería forzar la narración del film. Ese mensaje no está, si está el contrario, que la niña se deja llevar por las pasiones, por los caprichos, por las ventoleras que surgen en su interior motivadas por su propio organismo sin capacidad de defensa.
Una idea que podría haberse aprovechado, pero no se ha hecho. Unos dibujos animados y unas historietas movidas y atractivas, pero que no sirven para enseñar. No nos engañemos, una lástima.
1 comentario:
Efectivamente, creo que hubiera sido una película estupenda si la niña reacciona frente a los estímulos de su cerebro y los personajes del film tuvieran protagonismo según la libre elección de la niña. De pequeña los personajes ganan, pero la niña va imponiéndose poco a poco.
Así, hubiera sido una película estupenda.
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