La señal del
cristiano es la santa Cruz, porque en ella Cristo nos redimió. Esta exposición
de la señal específica, como el estandarte representativo de la fe católica, es
verdadera. Con la señal de la Cruz comienza toda oración o toda función
religiosa. Así es.

Y quizás queda
todo más confuso cuando nos recreamos en las imágenes del Cristo sangrante y de
la Virgen Dolorosa. De todas maneras, no está de más la investigación de la
sábana santa y la comprobación de que los azotes, los golpes, los clavos y la
lanzada son auténticos e incluso excesivos.
¿Es que Dios
Padre quería la muerte cruenta del Hijo hecho hombre? ¿Es que buscaba el
fracaso patente de Jesús al venir a nuestro mundo? ¿Qué significa todo eso?
Que Jesucristo
esté clavado en la Cruz tiene un mensaje duro, fuerte para el hombre. Él vino
para mostrarnos el amor que el Padre nos tiene y cómo hemos de difundirlo por
el mundo. Y en la Cruz queda patente la oposición de los hombres pecadores,
ofensivos y violentos, contra el amor de Dios. Y también, la firmeza del amor
de Jesús, que no cede ante la oposición, incluso estando clavado en la Cruz. De
ese modo nos enseña a comprometernos, si entendemos el mensaje de Cristo. Los
cristianos le imitamos a pesar de los
inconvenientes y afrentas que podamos encontrar en la vida.
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