A comienzos de año se habla de la paz y se augura para el periodo de tiempo que comienza.
¿La paz en Oriente? Hay pueblos lejos de la paz, pero también junto a nosotros falta: ¿quién puede decir de sí mismo que vive en completa paz, paz personal, familiar, en el entorno en que vive?
Pregunté a mis alumnos, ¿la paz es posible o es simplemente una quimera? En resumen convinieron en que era deseable, pero que era imposible.
¿La paz imposible? No sería mejor dejarla a un lado y transitar admitiendo que no se puede lograr? Así lo vieron algunos partidarios de la dialéctica en la naturaleza: todos los seres están en combate, las plantas que quieren los elementos que le pueden nutrir y los roban a la tierra, los animales vegetarianos, los cannívoros, el hombre contra el hombre... Sólo así es posible la vida, en la victoria del fuerte sobre el débil.
Si la paz es deseable la paz ha de poderse alcanzar. El Papa Francisco ha ofrecido, hablando de la familia, una concepción del comportamiento ideal que me parece formidable: la vida familiar, por tanto la paz familiar, la personal, la paz social es artesanal. Cada uno ha de construir la que le corresponde con los instrumentos adecuados, con empeño, poniendo una habilidad esmerada y corregida con la experiencia.
Buscando alguna imagen de los Reyes Magos he encontrado ésta, que propongo con todo respeto porque se ve a los Reyes gozosos, saltando de alegría -y también por los baches que se van encontrando en su camino y que salvan con sus camellos, buenos instrumentos para viajar-, siguiendo la estrella no se les vaya a perder. También para ellos la búsqueda de Jesús, el Salvador, fue artesanal, laborada, conseguida con ilusión, con sentido común, con sencillez para preguntar, y con la prudencia de quitarse de en medio cuando podían dañar al Niño que habían venido a honrar.
La paz de haber seguido aquella corazonada que su ciencia les provoca, la paz de haberse comunicado y haber llegado a un acuerdo difícil y aventurado, la paz del viaje en busca de un fin incierto pero seguro por su fe y su ilusión. ¡Qué bueno si se encontraran a quien puede conseguir la paz!
¿Y cuál es la paz que Jesús Salvador ofrece? Sobre todo la paz interior, aquella paz que deseaba para sus apóstoles cuando resucitó (Lucas, 24,36), la que tuvo siempre por hacer de continuo la voluntad de Dios, su Padre, paz que nos enseñó a pedir en el Padrenuestro (Mateo, 6, 5-15). La paz de su familia, alterada por los acontecimientos y a pesar de todo serena y pacífica. Gracias, Jesús; gracias Sagrada Familia; gracias Reyes Magos. La paz que Dios nos otorga ha de ser conseguida de modo artesanal, con arte y con paciencia, poniendo también nosotros mucho de nuestra parte para desearla y para procurarla.
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