Para ello comenzamos por referirnos a la palabra 'cultura'. La etimología y el uso que se le ha dado ya lo explicaba Ciceron hace 22 siglos: cultura animae, cultivo del alma. El labrador cultiva la tierra. Pues el cultivo del alma exige una dedicación parecida, ver que se siembra en ella, como se cuida su desarrollo y qué resultados se obtienen.
Los griegos se interesaron por transmitir ese cultivo mediante la educación, la paideia. Se trataba de facilitar a los jóvenes las mejores 'semillas' del saber obtenidas por el pueblo en su historia. Se puede discutir siu lo lograron, pero hay que reconocer que fue muy destacada la cultura griega en todas sus facetas.
"Con la palabra cultura se indica, en sentido general, todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia como en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo expresa, comunica y conserva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones para que sirvan de provecho a muchos, e incluso a todo el género humano”, nos dirá el Vaticano II, en la G et S, 53.
Se destacó que el logro más sorprendente y trascendental fue el del Acto puro, por parte de Aristóteles. En el universo todo está en movimiento, que definía como el paso de la potencia al acto. A este paso le llamaba 'acto imperfecto' porque para que se diera tenía que tener el soporte de un ser en acto. Pero este ser también era movimiento. La cadena de acto-potencia solo podía romperse si existía un acto sin potencia. Por decirlo de alguna forma, la potencia es el huevo, la gallina el acto. Simplificando hay que afirmar que no hay huevo ni más gallinas sin la gallina inicial. El intento del evolucionismo de poner la potencia como primero, o la de decir que el acto puro es el universo, cuando sabemos que también está en movimiento, no es solución.
Aristóteles analizó la actividad del Acto puro, y vió que solo podía ser intelectual, pensándose a sí mismo como acto de toda posibilidad.
La teología cristiana encontró en esta teoría un buen soporte para explicar la fe en un solo Dios trino en personas, como explicaba Jesús. La primera sería el Padre, y in sinu patris, sin salir de la divinidad, el Hijo es el entender del Padre: entender el Origen no es el Origen, aunque no es objeto sino persona; y lo mismo el Espíritu Santo nexo procedente del Padre y del Hijo, también persona.
Este es el legado de mayor riqueza que ha recibido el mundo cristiano de la filosofía griega. La unión entre filosofía y teología reluce en este caso: la teología se apoya en la filosofía para explicar con mayor facilidad lo que había recibido por la fe.
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