sábado, 27 de febrero de 2010

De la Peña "El quejío", a la Peña "El salero"

Mateo 13,33
No parece lógico que la levadura se queje de su papel frente a la masa. Como tampoco nos sonaría bien que un bombero se quejara con la manguera en la mano ante un incendio, o un cirujano con el bisturí en el aire y el enfermo dormido esperando que le quite su dolencia. Pues eso ocurre con las personas que lamentan el tiempo que les ha tocado vivir, o la sociedad en la que están, o el mal ambiente que hay a su alrededor.

Para arreglar todos los desastres de los hombres, Jesucristo nos ha elegido a nosotros. Y nos habló de que fuésemos como la sal de la tierra o la luz del mundo. Y nos pidió que no nos hiciéramos insípidos y que no nos apagásemos. Si ocurriera, seríamos inútiles para la función revitalizadora que se nos pide; y, por otra parte, nuestros vecinos y compañeros se quedarían sin la ayuda que Dios les envía a través de nosotros. Somos como los fontaneros, o los electricistas, o los cocineros del mundo entero.

¿Qué cabe que haga la levadura, la sal y la luz? Tomar conciencia de que lo son y del papel que por naturaleza -por vocación divina-, se les pide que cumplan. Una luz medio cubierta de telarañas queda muy oscurecida, pero algo es algo. Y poca sal en la comida quizás apenas se advierta, pero alguna mejora realiza en el guiso insípido. Y un fermento debería echarse en una cantidad determinada de masa pero, si la masa le supera, al menos cumplirá su misión hasta donde llegue.

La Peña "El quejío" tiene unos cantaores penosos, insufribles. La peña salerosa es otra cosa, allí se puede estar porque se pasa bien el rato, y se va uno animado a su casa. ¿A qué peña perteneces tú? ¿A qué peña te apuntas?

¿Te animas a ir tejiendo una moda, un modo de vida, donde podamos vivir sin que se persiga a los recién concebidos, sin que se maltrate la figura de la mujer, donde sea posible un matrimonio estable entre hombre y mujer, donde haya niños y ancianos, en el que se pueda dar una buena educación a través de maestros, profesores, catedráticos bien preparados y que enseñen la verdad y la justicia? ¿Te animas a confortar a los médicos, enfermeras, a los enfermos y a los ancianos? ¿Te gustaría que el cine, la televisión y los videojuegos fueran divertidos, y ayudaran a fomentar el lado bueno de la gente? Ese lado que está a favor de la libertad, de la dignidad, de la cordialidad, del espíritu de ayuda y del servicio a los que más lo necesitan ¿Te apuntas a la Peña "El salero"?

¿Los optimistas somos irreales? No, todo lo contrario. Los optimistas apuntan a la Verdad que no cambia, al Bien supremo, a la auténtica Causa de la alegría. En cambio los quejicas solo ven lo superficial, lo que es secundario, las modas que por definición tendrán que cambiar. Los alegres nos anclamos en lo eterno, y la moda que creemos, la cultura, tendrá en su fugacidad un tinte de perennidad. Los de la queja se quedan solo en lo pasajero.

¿Has pensado que con la ayuda de Dios y de los Sacramentos y la Doctrina que administra la Iglesia Católica podemos ser levadura? Olvídate de éste y del otro, y ánclate en Jesucristo, en el que triunfó en el madero que divisa desde lo alto el paso de los siglos. Tú y yo somos eternos desde hace mucho tiempo, desde ahora mismo, y lo seremos siempre.

1 comentario:

Mar dijo...

pues bien que me gustaría pertenecer todos los dias a la "peña el Salero", pero algunos dias el quejío sale del alma sin que uno lo pueda reprimir, pero un pajarito me dijo que quejarse con el Señor es tambien oración: "Señor, estoy hasta el moño", y como ademas de perfecto Dios fué perfecto hombre, seguro que me entiende, y ahí encuentro lo que necesito... "Quejate conmigo todo lo que quieras, que aqui estoy contigo, pa que te quejes...también". Y a lo mejor mañana me reincorporo a lo del salero.