domingo, 13 de abril de 2014

El propósito de Dios

Comprender a Dios, es un buen propósito. ¿Demasiado audaz? Sí, pero posible. Comprender no significa abarcar todo el ser o todos los aspectos de las actuaciones de Dios. Pero Él mismo parece interesado en que le entendamos: habló mucho a lo largo de la historia y se preocupó muy activamente en que todo lo importante que tenía que decir quedase escrito y se transmitiese.

¿Y de qué habló tanto? De su venida.
Al partir el pan se muestra
el sufrimiento, el sacrificio 

¿Y qué ha de comprenderse en los sucesos que constituyen la Semana Santa? Puestos a señalar lo importante me referiré a solo dos cosas:

Primera.- El objetivo de mostrar a cada hombre que Dios le ama, queda culminado con la Eucaristía.Viene, sí, vive, habla y actúa. Y luego se queda para siempre, renovadamente, en la Eucaristía.  La Eucaristía es el modo como Jesús se pone en contacto con todo hombre que le busca y que le quiere.

Segunda.- Hacerle ver que ese sencillo hecho de venir para estar cerca de los hombres, en la situación actual en la que nos encontramos, requiere sufrimiento.

¿Añadimos una tercera referente a nosotros? Que acercarse el hombre a Dios en esta vida y vivir tal y como Él quiere, fielmente, supone sacrificio.

Venida, pasión, muerte y resurrección, momentos inseparables de la realidad de la venida de Cristo. Todos ellos quedan guardados en el sacramento.

¿Y qué es un sacramento? En primer lugar una realidad inventada y puesta en escena por Dios. Toda realidad tiene un soporte material en el que apoya y en el que se puede encontrar: la vida, en un cuerpo, un pensamiento, en el cerebro, un sentir humano, en los sentidos internos o en el sentimiento interior..., la venida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo en la hostia consagrada. ¡Este es el sacramento de nuestra fe! Verdaderamente impensable, si no fuera una realidad ofrecida por Jesús a unos Apóstoles estupefactos. ¿Increíble? ¡Admirable! Locura para los no creyentes, no bautizados e incluso bautizados pero sin profundizar en la fe que han recibido.

Realidad en la que pensar con mucho agradecimiento.

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