domingo, 20 de noviembre de 2011

DE CÓMO JESUCRISTO LLEGÓ A SER REY

El Evangelio de la fiesta (Mt 25,31), nos presenta a Jesús en el trono de su gloria nada menos que examinando a los hombres uno por uno, y haciéndoles ver lo valioso o malvado de sus vidas. ¿Qué norma sigue para realizar esa valoración? Una bien sencilla: si con sus actos han buscado la vida eterna, si han buscado la unión con Dios, su voluntad salvadora.

Pero, ¿cómo conquistó Jesús el título de Rey?, ¿qué hizo, quién se lo dió? ¿Únicamente se ha valido de su poder de ser Dios y se autoproclamó a sí mismo? Parece que no. Aunquer, como Hijo de Dios tenía toda la autoridad para hacer lo que creyera conveniente. Pero Dios, que podría haber sido un tirano, un déspota, no lo ha sido nunca.

El Hijo de Dios optó, siguiendo la voluntad de su Padre, encarnarse. El hombre no va bien, ha pecado, repite los errores de los demás, y a todo eso hay que darle la vuelta, tiene que cambiar. ¿Qué hacer? Se encarna, se hace hombre. Pero tiene un problema, podríamos decir de una manera vulgar. Se trata de que Jesús no puede hacerse hombre 'pecador' porque ni hereda el pecado original, ni comete ninguno. Por tanto, la profundidad del corazón del hombre, parece que no podría experimentarlo, solo lo conocería 'teóricamente'. De modo que su actuación podría sospecharse que no llegaría a ser lo suficientemente completa.

Pero he aquí que Jesús llega a conocer esas profundidades 'por experiencia', porque las sufre en su carne. La maldad del hombre 'se echa a la calle' contra Jesús, y lo va acosando hasta darle un buen castigo corporal, primero, y finalmente crucificarlo. Jesús ha expuesto los planes de Dios, sus deseos de felicidades para los hombres. Ha mostrado su bondad de palabra y con obras milagrosas. Ha dado ejemplo de vida. Porque así como a Jesús podía haberle costado encarnarse, al hombre lo que le cuesta es espiritualizarse, es decir, someter su carne a las llamadas de su espíritu que, aunque sea poco, entiende las cosas de Dios.

Y, después de todo lo que pasó, Jesús triunfa de los sufrimientos porque fue fiel al Padre, y triunfa de la muerte porque resucita. Así se ha hecho nuestro líder, nuestro Rey. Un Rey que ha conquistado su trono, a la derecha del Padre, desde donde nos ve, nos oye, nos perdona y nos da su gracia directamente o a través de sus hombres y mujeres fieles que están en la tierra.

Solo queda que le pidamos anuestro Rey que sea Él quien nos gobierne muy de cerca, que sea nuestro Amigo y Consejero, que se aposente en nuestro corazón. Porque le queremos, a pesar de que nos equivocaremos y seguiremos encaprichándonos en cosas inútiles. No querremos, pero nos sucederá. Somos así. Pero Jesús nos comprende porque tuvo que sufrirnos.

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