El hombre no solo crece corporalmente, sino también espiritualmente: madura gracias a los conocimientos que adquiere y a la experiencia que acumula.
Dios quiere que el hombre crezca, que mejore en todas sus dimensiones vitales: que sepa más, que practique y aprenda, que resuelva mejor sus problemas, que sea más hábil, que sus obras estén más volcadas hacia los demás y les ayuden.
Todo esto está incluido en el mandamiento de amar a Dios y amar al prójimo. Lo que no deja de ser curioso es que el hombre esté dispuesto a desmejorar él y empeorar las cosas que están a su alrededor.No le importa Dios porque no le dice nada, tampoco el que nos vea y nos oiga de continuo. No quiere trabajar, pero tampoco sabe qué hacer, y entonces pierde tiempo con esto y con aquello, con la televisión, los juegos, los chateos. No es que le importe mucho todo eso, pero le entretiene. Y jugar y hacer deporte.
Los mandamientos no dicen tampoco mucho porque, ¿cómo hacer, entonces, para sobresalir, para tener alguna ventaja sobre los demás? Habrá que mentir, o disimular, o que engañar, o... Algo habrá que hacer.Y habrá que tener alguna aventura por alguna zona prohibida de la moral... ¡No voy a portarme bien, eso es muy aburrido! Je, je, voy a ver qué faena hago y a ver a quién. Hacer rabiar es más estimulante que su contrario. Si me alaban, al menos tengo que haberles hecho una fechoría oculta, para mantener mi autoestima de malo o de indiferente.
En la Cuaresma, la Iglesia nos pide más oración y mortificación. ¡Qué absurdo! ¿Alguien se divierte haciendo que los demás sufran voluntariamente? ¡Porque ellos lo digan lo voy a hacer!, que manía de molestar. Pero, la verdad es que al pedir más oración, que es como tomar más conciencia de lo que hacemos y del valor que tiene, y mortificación, que es una mejora real en algún campo de la vida, lo único que nos quiere decir la Iglesia es que mejoremos, que seamos mejores como personas.
Dios nos quiere más valiosos, más útiles cada día, que seamos queridos por los demás y por Él. ¿De veras es eso tan malo, tan denigrante? Dios nos estimula al bien. En su nombre, la Iglesia también: -Sé mejor de lo que eres, concreta. Además, ese es el único modo de que nos preparemos para entender algo de la vida y la muerte de Jesús esta Semana Santa, una vida que resucita y triunfa sobre la mediocridad y la villanía. Compréndelo. En el fondo, somos nosotros los que salimos ganando.
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