jueves, 24 de febrero de 2011

Fomentar el deseo de estar unidos a Dios

Hay personas muy dadas a ver obligaciones por todas partes. Quizás personas que han sido formadas en el cumplimiento del deber..., incluso más que en el servicio a los demás. A veces estas personas son poco flexibles en sus costumbres, en sus tareas. Si le falta alguna por hacer parece que les falta algo, que le han quitado un trozo de su día.

Hemos de buscar a Dios para conocerle, para ver como es Él. Si no deseamos este encuentro, los "cumplimientos" se harán más por necesidad interior -¿por escrúpulos?- que por amor a Dios. Es admirable la actitud de los judíos que oían que Jesús iba a estar cerca de ellos, y salían de sus casas o dejaban un momento sus trabajos para oirle.

En el comentario anterior adelantábamos que a Dios se llega mediante Jesús, que vino a la tierra, precisamente, para hablarnos del Padre. Pero ahora querría avanzar un poco en mi propuesta. Se trata de que visitemos, a cualquier hora del día, cuando mejor nos venga, a Jesucristo en el Sagrario. Podemos leer un poco, llevar unas intenciones para pedirle por ellas, y hacer actos de fe, esperanza y caridad. ¿Que la iglesia está cerrada? ¿Desde cuando es un problema hablar con alguien aunque no nos abra la puerta? Antes estaban las ventanas y balcones, ahora los teléfonos. Hay que ir donde está, eso sí. Y hay que ir físicamente, aprovechando una oportunidad o llendo expresamente. En el encuentro con Jesús, mientras estamos en esta tierra, debe actuar 'todo el hombre', con todas sus potencias. No vale quedarse en el sillón y ser muy devoto. Eso se queda para cuando no podamos ir a buscarle.

Te pongo a continuación algunos ejemplos de lo que le puedes decir a título personal, pero tú puedes cambiarlos, decir otros, o inventarlos cada día.
        
           -Señor mío y Dios mío, creo firmemente que me ves, que me oyes.

           -Creo, Señor, ayuda mi incredulidad.

           -Creo en Dios Padre, en Dios Hijo, en Dios Espíritu Santo. Espero en Dios Padre, en Dios Hijo, en Dios Espíritu Santo. Amo a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo. Creo, espero y amo a la Santísima Trinidad.

Podemos también rezar un Padrenuestro, o un Avemaría a la Virgen. O una Comunión espiritual. Decía Santo Tomás de Aquino que decirla era necesario para la salvación, porque consiste en desear estar unidos a Dios intensamente y siempre. La Comunión Sacramental no es necesaria para la salvación, pero sí la Comunión espiritual, porque nada valdría recibir al Señor en el Sacramento si no se desea estar con Él. Pero la Eucaristía es muy conveniente recibirla,  nos la dio Cristo y es una consecuencia de ese deseo espiritual. Te propongo este modo de decir una Comunión espiritual, aunque puedes elegir cualquier otra fórmula:

          -Yo quisiera, Señor, recibiros, con aquella pureza humildad y devoción con que os recibió vuestra santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.          

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1 comentario:

Nacho Acedo dijo...

Me viene a la memoria esas historias de enamorados que, viendo cerrada la puerta de la casa del amado/a, hacían guardia bajo el balcón o frente a esas rejas tan andaluzas. Efectivamente, como enamorados de Cristo, no podemos echarnos atrás ante puertas cerradas (muchas Iglesias lo están) y debemos "velar" a nuestro amado desde cualquier sitio o circunstancia, para así tenerlo siempre presente en nuestro corazón.
Muchas veces pienso, al acudir a hacer la visita en la parroquia cerca de mi casa, "Señor, que solo estás", porque el 90% de la veces encuentro la Iglesia vacía. Pero la realidad es, debe ser, que no está solo, porque yo intento siempre pensar en Él, y Él siempre está pensando en mi.
Y ser consciente de esto, que el Señor está pendiente de mí,reconozco que me da vértigo, pero mucha paz.