En la vida hay momentos de subidas y bajadas en todos los sectores y aspectos de la vida humana: en la vida espiritual, en la matrimonial, en el trato con los hijos, en el trabajo, en el ambiente social.
La vida es como el mar, tiene sus vaivenes: unas veces producidos por la naturaleza física, otros por la acción afortunada o desafortunada del hombre, otros por la acción propia y otras veces por las personas de nuestro entorno.
"La mar es muy dura, rece por los hombres de la mar", me decía una vez un biólogo que en esos momentos trabajaba en su profesión acompañando en sus barcos a pescadores de oficio.
La vida es dura, podríamos decir todos. Quizás no con la frecuencia que la mar promueve, pero si de vez en cuando se pone defícil. Los cristianos sabemos el rumbo y contamos con la ayuda de Dios para superar esos momentos y vadear las dificultades.
El espíritu del Opus Dei lleva a no confundir el rumbo, a no retrasar los medios, a ir deprisa hacia la meta. Y el espíritu del Opus Dei lleva a prestar consejo y dar ánimos a los que nos encontramos por el camino y se encuentran retrasados, ofuscados, desesperanzados o perdidos.
Ese espíritu cristiano -que es también el del Opus Dei, que quizás añade esa característica de urgencia y de confianza-, el cielo está empeñado en que se realice. Quizás algunos hombres están empeñados en que no avance, o en oponerse, o que a ellos no les afecte. Habrá que vadearlos, pero la confianza en Dios está ofrecida a todos, también a ellos.
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