Parece que debe entenderse literalmente por dirección espiritual el hecho de "orientar el propio espíritu rectamente hacia su fin", hacia la meta. Este enfoque correponde a cada persona particular. "Somos nosotros, cada uno, los que hemos de decidir el fin, y habremos de dar personalmente cuenta a Dios de nuestras decisiones".
La afirmación anterior me parece que no tiene vuelta de hoja. Hay cristianos que parece que solo "andan" si alguien les empuja. Mal asunto que destapa una mala formación humana y una mala formación cristiana.
El Bautismo nos hace hijos de Dios, por tanto hermanos y semejantes de Jesucristo en nuestra misión en la tierra y en nuestro destino del cielo. Y Cristo vino a salvar a todos los hombres, a decirles que el quehacer más importante en esta vida, aquel que engloba y hace trascendentes a todos los demás, es la filiación divina, la imitación de Jesucristo.
Otra cosa es que a todos nos venga muy bien un consejo espiritual. "El consejo de otro cristiano y especialmente -en cuestiones morales o de fe- el consejo del sacerdote, es una ayuda poderosa para reconocer lo que Dios nos pide en una circunstancia determinada".
No se trata de que otro nos diga lo que hemos de hacer, porque eso es asunto nuestro. Lo importante es que podemos recabar un consejo a alguien de confianza para ver si estamos bien orientados, si nos estamos equivocando, o si vamos a buen ritmo o si debemos de cambiarlo. La dirección espiritual se orienta, cuando se ejerce rectamente, no a fabricar criaturas que carezcan de juicio propio y que se limiten a ejecutar materialmente lo que otro les diga. "Por el contrario, la dirección espiritual debe tender a formas personas de criterio".
Y, ¿en qué consiste el criterio? "El criterio supone madurez, firmeza de convicciones, conocimiento suficiente de la doctrina, delicadeza de espíritu, educación de la voluntad".
La suerte de tener una dirección espiritual habitual con otra persona es que no nos dejará "al pairo", cuando no sopla el viento, sino que vendrá a buscarnos para ver cómo nos va y para ayudarnos a seguir adelante. Caminos espirituales hay muchos, pero dirección espiritual hay una sola. A un vértice de un monte se puede subir desde los cuatro puntos cardinales, pero la subida está dirigida hacia un mismo sitio. Hacia él queremos llegar, hacia él nos pueden orientar. (Comentarios al hilo de Conversaciones con Mons Escrivá de Balaguer, n. 93)
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