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Fernando Ocáriz, 'Amar con obra', ed. Palabra, 126 pgs. 12 euros |
En la primera parte se refiere a las relaciones que hay entre Dios y el hombre, y que debemos descubrir para entender nuestra vida aquí en la tierra. La iniciativa de la existencia de las criaturas es debida a Dios, y el motor de la iniciativa es el amor expansivo de Dios. La creación en su totalidad es de una envergadura más que humana. El hombre es simplemente un habitante que intenta sobrevivir con éxito gracias al ánimo que Dios le ha transmitido desde el principio. Gracias a ese ánimo actuamos llevados por el optimismo. Un optimismo que sería insensato y pura incógnita si no estuviese sostenido por Dios.
El segundo capítulo se refiere a la respuesta que el hombre va dando sobre todo al planteamiento intelectual de nuestra existencia. Sobre todo en nuestro tiempo, en el que ha puesto de moda no contar con Dios, ni con ninguna autoridad intelectual, ni con nuestra propia cabeza, podría decirse, porque todo pensar limita la libertad. Todo esto en contra de "la verdad os hará libres".
El tercer capítulo saca consecuencias de la primacía del trato con Dios para aplicar las conclusiones de ese entendimiento a nuestras relaciones con el prójimo y a todo nuestro trabajo.
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