Advierte Jesús a sus discípulos, en Mateo 23,1ss, que cuando oigan a los escribas y fariseos, que han ocupado la cátedra de Moisés, procuren vivir lo que dicen, aunque observen que ellos no hacen lo que recomiendan a los demás. A veces ocurre, gente que habla muy bien, que dicen cosas sensatas, pero que se ve que ellos no las practican.
-Es que es muy difícil ser coherentes, tener siempre en cuenta lo que se ha de hacer. No siempre se acuerda uno o, a veces, no se tienen ganas.
Quien responde así demuestran ser fieles seguidores de los escribas y fariseos. Una cosa es saber y otra, bien distinta -según su opinión-, hacer. Pero a eso se le llama caradura, pereza, hipocresía.
-¿Hay alguien que sea, en todo momento, cumplidor de lo que piensa?
Debe pedirse a todos que lo procuren, que intencionalmente lo quieran y que se corrijan cuando no les sale una actuación coherente. Pero hay que huir de los indiferentes, de los que le parece normal y de los que admiten todo tipo de incumplimientos.
-Así somos los hombres, dicen
-Así son los escribas y fariseos, dice Jesús.
Para aprender esa rectitud de intención, lo primero que hay que hacer es ponerse muy cerca y aprender de quienes intentan saber y vivir lo que saben. Algo se pegará.
-¿Y dónde están esas personas?
-Hay que reconocer que ese tipo de personas son escasas. Están Jesús, por una parte, y la Virgen María, por otra. Luego, los santos han hecho lo que han podido, y les ha salido bastante bien. De modo que son fiables las personas que se arriman a Jesús y María para aprender y ser protegidos por sus enseñanzas y por su ayuda directa, con recomendaciones que se hacen oír en el corazón.
-Después, hay que aprender a repasar la conducta inmediata, de cada día, para ver qué valoración hay que ponerle y cómo hay que mejorarla mañana y pasado. Esa rectificación no hace buena la actuación mediocre, pero hace bueno a quién procura enmendarse. Por lo menos, es de fiar: es de los que se da cuenta que a los demás hay que tratarles con justicia y con caridad, y quieren hacerlo, aunque reconocen que no les sale.
-La experiencia de tantos siglos de vida espiritual es que conviene tener un consejero, una persona en la que poder confiar porque consta que ella misma practica este espíritu.
El resultado es el hipócrita humilde, es decir, el cristiano posible. Nadie somos buenos, totalmente buenos, sino sólo Dios, dijo Jesús. Es absurdo intentar pasar por buenos, por rectos las 24 horas del día,por gente poseedora de la verdad.
1 comentario:
Vivimos en una mundo, ese que llaman desarrollado, si el de la comodidad, donde los hombres y mujeres necesitan disfrazar su realidad, porque suenan cantos de sirena para llenar el vacio interior, esa falsa felicidad, que podriamos llamar hipocresia, algo pasajero, al contrario de lo que ofrece un hombre y Dios que nació en Belen, aquel que beba de este agua no tendrá sed, porque es agua viva, porque nos invita a servir, a ser el último, para no caer en la hipocresia. Que difícil resulta mantener esta batalla en la vida para ser coherente, desde la honestidad y la honradez.
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