Las tareas
profesionales son testimonio de la dignidad de la criatura humana (Forja, 702).
Estas palabras
exigen un poquito de atención. Nos recuerdan, en primer lugar, que el mundo –y
en él la criatura humana-, han sido creados por Dios. En segundo lugar, que el
hombre ha sido puesto al frente del mundo ‘entero’ –del universo, habría que
decir-, para que lo cuide y también para que le sirva de alimento y
distracción. Esta tarea manifiesta precisamente su dignidad, es decir, su preeminencia
sobre el resto de las cosas. Si todo está sometido al cuidado del hombre,
también el hombre debe estarlo. Cuidar al hombre –niño, anciano, enfermo, sin
trabajo-, es algo prioritario para esa esa dedicación de todo hombre.
![]() |
'Tiempos modernos' muestra un tipo de trabajo que deshumaniza al hombre. Es lo contrario de lo que aquí se dice. |
La vida ordinaria
del hombre -también la extraordinaria, pero esta muchas veces viene por
sorpresa-, viene dado por el trabajo lleno de matices de cada lugar. La
profesión es el trabajo al que cada uno se dedica. Se elige con fe. El término
profesión tiene que ver con fe, y su realidad tiene que ver con la capacidad
natural de cada uno y la confianza que da elegir una actividad que gusta,
porque se piensa que se puede realizar con facilidad después de un cierto
aprendizaje.
Y esa actividad,
que se realiza en armonía con muchas otras, ayuda a ‘poner los pies sobre el
suelo’, a vivir la realidad. La realidad de la materia, del esfuerzo y el gozo
de modelar una materia física o una tarea intelectual. Se empieza a tener
certezas acerca de lo que es mejor o peor para la sociedad, para el negocio,
para la convivencia. Es la experiencia de la que puede iniciarse un nuevo
camino, desde la que se puede innovar.
Es fuente de
prestigio, que abre paso al trato humano, al conocimiento de personas, a las
amistades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario