Verdad teórica
El hombre, más que poseer la verdad, la busca, quiere aproximarse a ella, encontrarla, valorarla. La verdad solo Dios la posee, porque Él mismo es la Verdad y autor de todo lo creado. Ahora bien, el hombre nunca poseerá toda esa verdad que es sólo de Dios. La verdad total nunca la poseerá el hombre.
La filosofía clásica hablaba de la 'adecuación' entre la mente y la cosa. Se partía de lo alcanzado por los sentidos mediante la abstracción, que iluminaba el intelecto agente. Y sigue haciéndolo habitualmente mediante el hábito de sindéresis, término que significa 'yo veo', me doy cuenta. Pero esa adecuación anunciada es sólo limitada, porque uno de sus extremos, la persona que entiende, es espiritual, y el otro material. Una mosca pensada, se ha dicho, no vuela, porque no es una mosca real. El hombre conoce lo que llamamos la esencia del universo y de las personas. Conocemos que existen, pero no entendemos todo el contenido de su existencia.
Tomás de Aquino dijo, con palabras no exactas, que la Verdad de Dios crea la verdad de las cosas, que son su realización. Y es esa realidad de las cosas la que inspira la verdad que puede alcanzar el hombre. Pero queda dicho que el hombre se aproxima a la verdad de la realidad, pero nunca llegará a alcanzarla. Puede hacer hipótesis sobre las causas que actúan en ellas, como hacen las ciencias. Pero a una teoría le sigue otra, que será más completa sin duda, pero que nunca será la última.
Verdad práctica
Además de la verdad teórica, hemos de tener en cuenta la verdad práctica, que es obra del hábito de prudencia. Se han de considerar diversas circunstancias y encontrar la más conveniente desde diversos puntos de vista. Por eso, el consejo entra a formar parte de esta forma de verdad. ¿Qué debo comprar? ¿Adónde ir o qué medio de transporte usar?
¿Se le puede llamar verdad a la respuesta? Sin duda. También a esta verdad llegamos de modo aproximativo. Sí, es una verdadera respuesta y si, la hemos sopesado, es la que parece más conveniente, la que verdaderamente deberíamos tomar.
Verdad y sentido
Podría desanimarnos la afirmación de que sólo nos aproximamos a la verdad, aunque no hay razón para ello. Un marido o una esposa cada vez conoce mejor a su esposa o a su marido, pero nunca se identificará con él o con ella. Lo cual no les impedirá conocerse mejor y quererse más, sino todo lo contrario, cada vez se conocen mejor.
Por lo que hemos visto, la palabra sentido expresa una limitación, porque los sentidos sienten verdaderamente, pero no captan la verdad total de las cosas. Pero hay otra manera de entender y de utilizar la palabra sentido, a la que acudimos ahora. Nos referirnos a la 'dirección' que sigue un movimiento, por ejemplo el viento; es decir a su orientación cardinal. Y del mismo modo podemos hablar del sentido que podemos imprimir a nuestros actos, o que tienen las actuaciones de otros. En definitiva, hablamos del fin, del destino que contienen. Así hablamos del sentido de la vida, o de su falta de sentido.
Conocer este sentido es importante porque es el que da coherencia a nuestra respuesta vital. El sentido es el fin último de la actividad. Una persona sin sentido de la vida, o sin sentido de lo que está ocurriendo, por falta de información, estará despistada, aturdida. Si el sentido o intención de nuestra vida es asimilar el sentido que Dios ha dado a las cosas, a la creación, a la vida humana personal y social, haremos bien, porque nos moveremos dentro de la voluntad de Dios, de su providencia. No le interesaba a Dios ni a los profetas decirnos en las Sagradas Escrituras como cultivar un producto, o como fabricar otro. Eso lo dejaban a nuestra iniciativa. Pero sí nos indicaban con claridad qué debíamos hacer, que sentido dar a nuestra conducta para salvarnos, para acertar.
Este sentido también es aproximado, pero podemos ser orientados por Dios mismo, mediante el hábito y el don de sabiduría. Jesús y los autores espirituales, nos hablan de leer y meditar los textos sagrados, y pedir inspiración a Dios en la oración, que es pedir luz, orientación. Y podemos requerir también, para llevar todo ello a la práctica, impulso, fuerza, gracia al Espíritu Santo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario