miércoles, 24 de diciembre de 2014

El Misterio más grande

Los misterios son así, superiores a nuestra capacidad de comprender. Pero tienen una ventaja enorme sobre cualquier otro conocimiento, y es que lo explican todo, todo lo que existe, todo lo que vive, todo lo que puede alcanzar la razón y argumentar.

Que el universo existe, ya es mucho. Es una realidad admirable. ¿Cómo es que continúa existiendo? Tampoco es mala pregunta. ¿Y qué decir de los seres vivos, tan distintos, a diversos niveles, indispensables unos para la sobrevivencia de los otros?
Pastorcillos a punto de ir a 'su' belén

Y si entramos en el sentido que tiene todo ésto, ¿por qué, para qué existe? Dada la capacidad y las disposiciones del hombre, se cae en la respuesta de decir que su sentido es estar a su disposición, para ser entendido por él y para que disponga de ello.

¿Y el hombre? ¿Qué hace aquí el hombre? ¿Qué hacer, qué querer, como convivir? ¿A quién estar agredecido, a quién amar? ¿Qué es amar?

El misterio de la Natividad de Jesús viene a ser como el Misterio de los misterios, la respuesta a tantos interrogantes: es Dios, el Hijo de Dios, que viene a la tierra para mostrar la buena voluntad de Dios hacia nosotros, es decir, su perdón y su deseo de enseñarnos y a animarnos. Es la explicación que cierra el círculo de preguntas. La explicación que ha de remontarse por encima de ese círculo y, desde arriba, mostrar lo evidente.

Gracias, Señor, por el misterio. Por los misterios. Sin ellos se acabaría el afán de saber, de trabajar, de innovar para solucionar problemas... que crearan otros problemas... El misterio nos hace andar, correr, sin miedo. ¿Hacia dónde? Hacia el misterio que es Origen de todos ellos. Es superior a todos y por eso hay que admirarlo, inclinar la cabeza, adorarlo, y darle gracias y pedirle que participemos de su buena voluntad. A ver si aprendemos.

Detalle del belén de la Asociación juvenil Maynagua

3 comentarios:

Quino dijo...

Es verdad que hablamos del "misterio" de la Navidad, pero no había pensado mucho en ello. Me propongo pensarlo, me parece interesante.

Anónimo dijo...

Apartamos el misterio y no nos gustan los misterios. Queremos realidades, cosas que se puedan ver y tocar, proyectos bien estudiados, posibles. La incertidumbre crea problemas, estrés.
Pero, a pesar de todo, me temo que aún así no sé sabe qué va a pasar, el futuro es una incógnita.

Francisco Molina dijo...

En la vida corriente, hacemos bien en concretar y correr los mínimos riesgos. Pero estoy de acuerdo contigo, los riesgos siguen existiendo.
La gente que piensa un pelín por encima de lo corriente, se plantea qué es lo que en realidad ocurre, porqué las cosas son así. La contestación no puede ser otra que esta: que la realidad está por encima de nuestra capacidad de comprensión. ¿Y por qué? ¿Qué significa eso, que el mundo está pendiendo de un hilo y que todo puede venirse abajo?
Por la fe sabemos que no, porque hay Alguien que si comprende las cosas difíciles, que nos deja hacer pero que incluso encauza a veces los acontecimientos. No los quita porque "los hemos puesto nosotros", que es lo más grande.
El 'misterio' de Dios se nos desvela en la Navidad con la venida del Niños Dios. Es un desvelamiento grande, porque tenemos acceso a sus palabras y a sus ejemplos como hombre, pero seguimos sumidos en el misterio porque no somos dioses, seguimos siendo hombres. Pero por la oración, el Misterio hecho hombre nos guía interiormente. Muchos, muchísimos hombres no entran por esta vereda. ¡Qué vamos a hacer! Pero la vereda -estrecha, dificultosa- está.