martes, 6 de noviembre de 2012

¿Fe? ¿En qué?

La fe aumenta conociendo mejor la verdad, tal y como se presenta hoy por la Iglesia, y asintiendo a ella con firme voluntad que nos lleve a hacerla íntima, personal y practicarla.

Y perdóneseme una disgresión con respecto a 'conocer mejor la verdad tal y como hoy la presenta la Iglesia'. No conozco exactamente lo que la ciencia dice hoy día de las ranas. Sé lo que es una rana y las he visto zambullirse en el estanque en cuanto detectan mi presencia, pero de ahí no paso. Supongo que podré hablar con un especialista sobre 'ranas', pero él me podrá decir muchas cosas que se han decubierto recientemente sobre sus diferencias, sus costumbres y sus capacidades de todo tipo, también culinario. Dicho lo cual, prosigo.

En la primera frase creo que aparece con claridad la asociación verdad-fe. Benedicto XVI citaba una frase de Tertuliano acerca de Jesucristo: dijo que Él era la verdad, no la costumbre o la moda. (Dominus noster Christum veritatem se, non mansuetudinem, cognominavit). En la época romana esa era la noticia que hacía furor, que se sabía cuál era la verdad, que podía uno adecuar su conducta a un parámetro seguro. Los mandamientos lo son: no matar, no mentir, ser sobrios, respetar la dignidad propia y ajena, también la vida de niños y ancianos, que debíamos no solo ayudarnos sino querernos... ¡Qué bien!, pensaban, ¡qué tranquilidad!, ¡qué gusto!

Pero hábilmente hemos dudado de la verdad y, por tanto, de la fe, por la sencilla razón de que pretende ser verdadera. ¡Qué arrogancia!, ¡pero si aquí nadie sabe nada...!

Y ante una razón tan floja, la fe viene a fortalecerla: -Que sí, que merece la pena poner esfuerzo, en lo que sea, pero no ser un flojo. -Que sí, que te conviene tener amigos, ser educado, labrarte un porvenir. -Que sí, que formar una familia es algo bueno, porque podrás experimentar el cariño del esposo o de la esposa y de los hijos, sin reducir la vida a bebida y sexo. -Que sí, que debe haber una ley justa, y que para ser justa ha de basarse en verdades, en realidades. -Que sí, que las leyes humanas se pueden cambiar, pero para mejorarlas, no para acomodarlas a nuestra particular conveniencia. -Que sí, que serás muy fuerte física y económicamente, pero que no vales nada si no tienes razón.

Y es que la fe estimula la vida de la razón, el pensamiento teórico y práctico, y hasta le presta argumentos de gran alcance, que quizás no sabemos remontar: que el hombre es sobre todo un ser espiritual, que la vida no tiene fin, que el sacrificio ayuda a madurar si está bien enfocado y que nos hace mejores, más amables, más sociables, más eficaces, más solicitados como profesionales y como expertos en humanidad, etc., etc.

1 comentario:

Francisco Molina dijo...

Es verdad, a muchas de esas ideas importantes acerca de la vida se puede llegar por la razón natural. Hay personas sin fe que dicen cosas serias, acertadas. Pero, enseña el sentido común de la Iglesia: no llegaran a adquirir toda la verdad,por mucho tiempo y de modo coherente en todas sus consecuencias.

Se dirá, tampoco los creyentes la alcanzamos de esa manera. Y habrá que responder: -No, es verdad, pero están en camino de no equivocarse si se adhieren a Dios y se mantienen unidos por la oración y el buen deseo. Porque Él les ayudará a llegar a tiempo, y al aspecto que necesiten en cada momento.